11/29/2011

Vivamos en paz los unos con los otros

TENGAMOS PAZ EN EL ALMA .. HACIENDO EL BIEN

No hay posesión más valiosa que la paz en el alma. El anhelo del hombre es vivir tranquilo. Vivir en constante agitación de espíritu produce toda clase de problemas. Tener paz en el alma no es la ausencia de conflicto y problemas, sino tranquilidad de mente a pesar de conflictos y problemas.
El efecto de la justicia será paz; el resultado de la justicia será tranquilidad y seguridad para siempre. Muchos dicen “Paz, paz” cuando no hay paz. En lugar de paz hay enemistad. La paz de muchos se basa en religiones falsas. Para tener paz en el alma es necesario tener conciencia limpia.

Es imposible tener paz en el alma si no hay conciencia limpia. Y por esto debemos siempre tener una conciencia sin remordimiento delante de los hombres. El remordimiento destruye la paz en el alma.
Para tener paz en el alma es necesario estar contento. Debemos aprender a contentarnos cualquiera que sea nuestra situación. No podemos tener paz en el alma si no aprendemos a contentarnos en cualquier situación dela vida. Si tenemos qué comer y con qué cubrirnos, con eso estaremos contentos. Aquí está la causa de mucha intranquilidad en el alma.
Queremos muchas más posesiones que lo que sea lo básico y lo necesario. Sea nuestro carácter sin avaricia, contento con lo que tenemos. La avaricia (el amor al dinero y cosas materiales) es el enemigo de la paz en el alma.
Una fuente principal del afán, la ansiedad, la preocupación, etc. que tenemos es porque no estamos contentos con lo que poseemos. El empleo es problema para muchos: no es satisfactorio, hay problemas con el patrón o con los clientes, las horas son excesivas, el pago no es adecuado, nos encontramos en desempleo.
El ser humano, no debe resignar su vida y dejar que el patrón la controle. El no es el dueño de su vida, menos de su alma. Para tener paz en el alma es necesario evitar todo afán. Si debemos evitar el afán con respecto a lo más básico (qué comer, que vestir), ¡cuánto más debemos evitar el afán con respecto a lo demás, problemas económicos.
Tener cosas imposibles de poder pagar. La mayor parte de ellos se evitan si aceptamos vivir sin lujos. Las deudas pueden ser el enemigo número uno de la paz. El fácil crédito es muy tramposo. Todos los negocios regalan tarjetas de crédito a todos (aun a los jóvenes) para que sean obligados a ellos.
La tarjeta es carnada y el anzuelo le pesca y le consume. Conceden hipotecas altísimas imposibles de hacer frente a ellas. Esto produce mucho afán. Destruye la paz del alma.
El remedio es usar dominio propio, evitar la avaricia, estar contento con menos, aceptar un estilo de vida más sencillo, evitar el malgastar, no pensar que tiene que comprar toda cosa que los hijos pidan (por más que griten) ni empeñarnos en tener cosas materiales que nos destrozan la salud.
Muchas mujeres se sienten atrapadas y esclavizadas por su familia porque tanto los maridos como los hijos sólo producen trabajo para ellas y no les ayudan. No cuidan su habitación, no cuidan su ropa, tiran ropa en el piso, tiran toallas mojadas en el piso del baño, no limpian el baño, no ayudan en la cocina, no ayudan con el lavado de la ropa, etc.
La mujer que sufra tales injusticias debe culpar solamente a una persona: a sí misma. Ella tiene la culpa porque lo permite. Lo tolera. La familia es abusiva y ella lo permite. Estar bien puede ser la causa principal del afán que destruya la paz del alma de muchos.
¿Qué hacer pues? Cuidarla. Dieta. Ejercicio. Evitar vicios (fumar, beber ). No comer con exceso. Cuidar el peso. Seres queridos son otra causa de afán e intranquilidad, su condición física, financiera o espiritual. ¿Debemos dejar que esto suceda? Dios no quiere que sus hijos vivan con espíritus agitados, ansiosos, turbulentos, no importa la causa de ello.
Hagamos lo que podamos por los seres queridos y aceptar que no podemos vivir sus vidas y no podemos obedecer por ellos. Y otra cosa: nunca dejar que los problemas, las preocupaciones y ansiedades con relación a los seres queridos nos estorben en nuestra vida diaria. Uno podría volverse loco pensando en algún ser querido, pero ¿qué gana con eso?
Eso no ayuda a nadie y nosotros quedamos debilitados y aun incapacitados. Para tener paz en el alma hay que organizar o programar el tiempo. Hay tiempo para trabajar, tiempo para comer, tiempo para descansar y dormir y sin faltar tiempo para poder estar con la familia.
Mucha paz se pierde si el empleo consume la vida. Desde luego, el empleo ocupa gran parte del día, pero cuando pasa el límite razonable, ya no permite una vida normal (vida con la familia y con los amigos). Llega a ser el amo cruel y destruye la paz en el alma. También podría haber otra cosa que consuma demasiado tiempo: dormir, pasearse, hablar (en persona o por teléfono), deportes, televisión, ordenador, etc.
Lo importante es que en lugar “agonizar” (quejarse, “no hay tiempo”), hay que “organizar” el tiempo. Para tener paz en el alma es necesario buscar la paz con otros. Vivimos en un mundo de conflictos: en el hogar, en las familias, en el gobierno, en el mundo industrial y comercial y en toda categoría de la sociedad. Nos tenemos que apartar del mal y hacer el bien. Busquemos la paz y sigámosla. Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificació

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