8/29/2012

Si tú y yo hacemos algo por quienes tenemos más cerca, este mundo será mejor.

Parecería que en la actualidad está de moda permanecer en la ambigüedad y tener prendidas dos velas. Lo hemos visto en la política, lo contemplamos con los amigos, lo sentimos en las decisiones… Nos cuesta mucho tomar una decisión y asumir las consecuencias. Para muchas personas están terminando las vacaciones de verano;...sin embargo, muchísimas otras nunca descansan y no tienen recursos para pasear y conocer otros lugares, ni siquiera de su propio municipio, región o provincia; si no trabajan diariamente, no tienen con qué comer. ¿Por qué este contraste?

¿Qué podemos hacer tú y yo? A veces nos quedamos en una indiferencia pasiva, como si nada pasara, o nada pudiéramos hacer. Pero, si no podemos revertir todo un desorden institucional y estructural de los sistemas políticos, económicos y sociales, sí podemos y debemos tratar a los pobres con la dignidad que se merecen, sin desprecios ni olvidos, sin racismos inhumanos. Ellos valoran que se les respete, que se les tome en cuenta, que se les trate con atención y delicadeza, más que les regalen dinero o cosas. Podemos también compartirles algo de lo que tenemos, pues si todos compartimos algo, alcanza y sobra para los que no tienen.

Son necesarias las críticas y denuncias al sistema que se nos ha impuesto, pero no nos quedemos en eso. Cada quien veamos qué podemos hacer por los prójimos más próximos.

Que los legisladores y gobernantes de Europa se planteen qué pueden hacer por los pobres, qué nuevas leyes y acciones pueden implantar, cómo pueden revertir el desorden que provoca tantos recortes. Que no sólo diseñen estrategias para ahorrar y más ahorrar, sino que desgasten sus capacidades en construir una sociedad más justa y fraterna.

Me pongo a pensar en todo el dolor, la injusticia y la corrupción que estamos sufriendo y no encuentro explicación. ¡Cuántas familias desgarradas por los desahucios de los bancos y sus tentáculos! ¡Cuántos hogares destruidos por la falta de trabajo! ¡Cuántos hombres y mujeres que padecen injusticias, ataques y condenas, por el simple motivo de no tener dinero! Los hay que son simplemente víctimas, de una guerra manipulada por las ambiciones, por la lucha del poder económico y el por el deseo desenfrenado de dinero. Cada día amanecemos con la noticia de desahuciados, de desempleados, de ajustes de las cuentas publicas… Nos asusta, nos sorprende y nos deja estupefactos unos momentos, pero tenemos que seguir la vida. Con precauciones, con miedos y continuamos nuestra vida… Pero surgen nuevos recortes, otras nuevas amenazas de subidas de los artículos de primera necesidad… y lo más triste, es que ya parecen cotidianos y nos hacemos a esa vida. ...
¿Dónde están los sentimientos de nuestros gobernantes? ¿Dónde están cuando se corrompen las estructuras de nuestra sociedad? ¿Dónde están, cuando los mas necesitados no tienen ninguna esperanza de salir adelante? No puedo imaginar que este mundo y este sistema, sean para lo que fueron creados para la humanidad, no estoy de acuerdo en esta ley de la selva que nos torna inhumanos, que no piensa en las necesidades de los mas necesitados, que solo piensa en que los ricos sean mas ricos, y que los desheredados sigan siendo desheredados, lo que importa es recortar y ajustar el déficit, a costa de los mas pobres, a los que tienen mucho, no les afectan los recortes sanguinarios y criminales que están padeciendo tantísimas personas, que no tienen ni para lo mas elemental, y todo en nombre de tener que ajustar el déficit.. ¿Y aun así, debemos tener fe en este sistema a pesar de tanta maldad?

4/28/2012

Gracias a todos los "Misioneros" del Mundo


No podemos caer en un pesimismo pensando que vamos de mal en peor. No podemos perder la esperanza de que mejore y progrese.

"Vayan al mundo entero y proclamen el Evangelio". Ir donde se escuche un clamor, donde se sienta una soledad, donde se sufra una injusticia, donde haya una persona esclava de cualquier mal, donde haya un servicio que prestar o una paz que construir. Es decir, pasar por la vida, "haciendo el bien”, quitando los infiernos y poniendo en su lugar, cielos.

Maravillosa la tarea de los misioneros, ayudando a los humildes y sencillos, muchas veces aplastados por la vida, a transcenderse, a crecer, a ascender a ser en plenitud.

Id al mundo entero…” Hoy es un día muy especial. Rezad por mí. Lo necesito.

En cierta ocasión un rabino les preguntó a sus estudiantes: “¿Cómo podéis saber que la noche ha terminado y que está volviendo a ser de día?”. Uno de los estudiantes sugirió: “Cuando se pueda ver con claridad que un animal visto de lejos es un león y no un leopardo”. “No”, contestó el rabino. Otro de los estudiantes intervino diciendo: “Cuando se pueda afirmar a una cierta distancia que un árbol tiene higos en lugar de peras”. “No”, volvió a contestar el rabino. ¿Entonces cuándo? les preguntaron los discípulos. Es cuando miramos el rostro de otra persona y vemos que esa mujer o ese hombre son hermana nuestra o hermano nuestro. Porque hasta que no seamos capaces de hacer algo semejante, independientemente de cuál puede ser el momento del día, todavía es de noche en el corazón”.

4/23/2012

Nuestros pueblos tienen necesidades



Es una tristeza la forma en que se manipula la necesidad de las personas. En esos días pasados la de campañas electoral, se ha hecho uso y abuso de los recursos que necesita el pueblo. Para todos debe ser escandaloso que por un bocadillo y un refresco se sigan acarreando grandes masas. Las promesas de un nuevo paraíso estuvieron en la boca de todos los candidatos, pero no se especifico el modo en que llegaríamos a ese paraíso.

Pero siempre se ha manipulado a las personas que tienen necesidad de un puesto de trabajo. Muchas veces se juega también con el hambre de la gente y se justifican situaciones injustas con dádivas que sólo adormecen la conciencia pero que no hacen cambiar las situaciones.

No solamente los partidos políticos, sino muchas empresas y muchas asociaciones, juegan con esta necesidad de la persona. No se quiere que la gente reflexione y se le da pan y circo para que se mantengan entretenidos y sin buscar la construcción de una sociedad más justa.

Nos bastaría observar los tiempos de campañas para darnos cuenta de esto, pero también en otras muchas ocasiones, se utiliza el deporte, el arte, los espectáculos no tanto como una diversión o descanso, sino como verdadera manipulación.

Esto se tiene que entender desde la familia: no basta “arrimar con qué comer”, es necesario el diálogo, la cercanía y el amor. Con igual o mayor razón en nuestra sociedad, lo primero es dar de comer pero no solicitando a cambio favores y votos que brotan de las urgentes necesidades en que se encuentran nuestros pueblos.

4/22/2012

Sembremos Paz, para recoger Paz.

La vida, siempre nos devuelve lo que sembramos, sobre todo las buenas acciones, los favores que se hacen en silencio y a escondidas. “Cuando tú haces un favor, la vida siempre te lo devuelve doble”.

Todos nosotros podemos contar experiencias de cómo una buena acción nuestra ha tenido repercusiones que ni nos hubiéramos imaginado. Cada una de nuestras pequeñas acciones, tiene una repercusión y una trascendencia que ni siquiera podemos imaginar. De ahí la importancia de realizar con amor y entusiasmo cada una de nuestras pequeñas acciones.

La formación en la familia, la honradez en casa, la verdad en los trabajos, la justicia entre los cercanos… todas esas pequeñas cosas que están enlazadas con el saludo diario, con la sonrisa, con el entusiasmo y con la verdad, deberán crecer en amor.

Tantos sueños se han roto, que acabamos por quedarnos dormidos; tantos ideales han fracasado que no queremos ya levantar la vista. ¿No es cierto que el pesimismo y la indiferencia se hayan apoderado de muchos de nosotros? Pues ahí está otra vez la invitación a sembrar. Si se siembra, habrá esperanza de cosecha, si el terreno permanece intacto, queda estéril y se llena de maleza.

El que quiere la justicia, no tiene derecho a cruzarse de brazos y a fingir ignorancia, mientras haya un mundo de miseria que reclama el trabajo, quizás pequeño, pero constante y esforzado.

Es cierto, hay corrupción, hay injusticias, pero seguirán creciendo si no sembramos paz, honestidad, coherencia y justicia. La siembra escondida, en silencio, con esperanza, tiene la promesa del fruto futuro.

A muchos nos cuesta este trabajo diario y callado, sin embargo nuestro mundo está lleno de personas que generosa y honradamente están construyendo este mejor mundo para todos. Como decían nuestros abuelos: “A Dios rogando y con el mazo dando”.

4/17/2012

¿Cuántas veces nos hemos sentido abandonados en medio de la tormenta, solos y sin que nadie nos pueda salvar? Hemos sentido los vientos fuertes de la incomprensión y de la mentira en nuestra contra, nos sentimos abatidos por las enfermedades y el abandono…

Hoy tendríamos que retomar nuestra vida y examinarla. Cuando más solos nos hemos sentido, cuando sentimos que todo está en nuestra contra, cuando nos sentimos débiles e impotentes ante las olas de la adversidad, nuestra fe se alza fuerte para defendernos.

Pero quizás a nosotros, nos falte una fe más firme que no sucumba ante las primeras dificultades. Pasar a la otra orilla supone riesgos. Dejar lo seguro, lo conocido y aceptar las circunstancias nuevas e imprevistas supone inseguridad, sólo superada por la confianza en quien nos llama a dar ese paso.

3/26/2012

Dale de comer a tu hermano

Hola, amigo. De nuevo me dirijo a ti para compartir mis inquietudes, que pienso que deben ser las tuyas si te consideras cristiano. Hay un problema que me preocupa mucho. Siempre me ha preocupado. Se trata del tremendo contraste que existe entre un mundo opulento, que no le falta de nada, que incluso se puede permitir el lujo de derrochar y tirar lo que otros no tienen, y esa inmensa masa de hermanos míos, y tuyos, que no tienen qué comer. Cada día han de vivir la terrible aventura de encontrar el modo de llevarse algo sano y nutritivo a la boca. Y no siempre es posible. Esto que te digo está a la vista.

Y lo curioso es que de esta injusticia cometida contra gran parte de la humanidad por unos pocos pueblos ricos, le echan la culpa a Dios. Parece que Nosotros lo tenemos que arreglar todo con milagros para que no sufran los que tenéis el trozo más grande de la tarta, la mayor parte del pan. Sobra de todo en el mundo, la Creación sigue prodigándose con increíble generosidad, pero las manos de unos pocos egoístas lo acaparan todo y se llenan los bolsillos para que nos les falte

No importa que a su lado alguien se esté muriendo de hambre. Y Dios da la tierra, y la semilla, y el agua, y el sol, y todos los recursos para alimentar a la gran familia humana. Pero no hay manera de que los pobres “Lazaros” se puedan sentar dignamente en la mesa del “Epulón” de turno. Ni siquiera las migajas que sobran, lo que queda en los platos, lo que increíblemente se le echa a los perros o se tira a la basura.

A nada de eso tienen acceso los pobres. Y te quedas tan tranquilo, y te indignas cuando ves a los niños esqueléticos en las imágenes de la televisión. Y miras a otra parte, echando la culpa a los demás. Y preguntas: -¡¿Cómo Dios puede consentir eso?! .- Algunos hasta dudan de la existencia de un Dios que permite tales calamidades.

Y YO ¿qué quieres que te diga? Lo mismo que le dije a los apóstoles cuando querían que la multitud se fuera a buscar comida por los campos y los pueblos: “¡DADLES VOSOTROS DE COMER!”. Y te lo vuelvo a repetir a ti: DALE TÚ DE COMER A ESE POBRE QUE SE CRUZA EN TU CAMINO. A ESE QUE REBUSCA ENTRE LA BASURA UN POCO DE MISERIA QUE LLEVARSE A LA BOCA. SÍ, TU QUE GASTAS LO QUE QUIERES EN CAPRICHOS, QUE NO TE FALTA EL PLATO SABROSO EN TU MESA LIMPIA.

Tú que te permites el lujo de comer manjares prohibitivos para muchísima gente. Que disfrutas de la bebida fresca, el pan blando, el capricho para picar, la buena carne y el buen pescado. Sí, a ti te lo digo, que tal vez te sobra peso en tu cuerpo y grasa en tu sangre. Dale de comer a tu hermano. No te va a faltar a ti de nada. Te sentirás feliz., porque compartir es reconfortante, es humano, es cristiano.

Se acabaría el hambre en el mundo si todos tuvieran trabajo y supieran, y pudieran, explotar sus riquezas naturales. Si no existieran tantos pillos y ladrones que se llevan lo que no es suyo. Si hubiera más honradez. Si en el reparto del mundo entraran todos, porque el mundo es de los que en él vivís. ¡Por favor, no echar la culpa a Dios del mal que cometéis los hombres! Desde siempre lo hemos dicho claro, y YO lo he repetido hasta la saciedad: AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS… DAD DE COMER AL HAMBRIENTO, DAD DE BEBER AL SEDIENTO, VESTIR AL DESNUDO…

Ya sé que tú solo puedes poco, pero puedes lo que a ti te corresponde. Busca a un pobre de verdad y dale de comer. Intenta, si te es posible, que el se pueda ganar el pan de cada día. Si cada empresa contratara a un pobre, aunque fuese para un trabajo humilde, el mundo andaría mejor. Ya sé que las leyes, y los seguros, y tantas cosas lo ponen difícil, pero abunda el dinero, sobra el dinero, se gasta mucho en lujos, mientras que otros se vuelven locos porque no saben qué hacer para sacar adelante a su familia, para poder subsistir. Y claro, tienen que venir de fuera buscando el pan. Y sabes ya de sobra lo que ocurre. Se les trata, muchas veces, como si no tuvieran alma y corazón como los demás.

En estos momentos en que te escribo esta carta, viendo a tantísimas gente que se marcha a disfrutar merecidamente unos días de vacaciones, a veces con lujos excesivos, yo te invito a pensar en todos aquellos que tienen que seguir pensando bajo el sol veraniego cómo llevarse un poco de pan ese día, cada día, a la boca. No alimentéis vagancias y abusos, pero no dejar a los pobres de verdad sin un plato de comida que le dé fuerza para seguir pidiendo mientras no encuentre un lugar donde ganarse el pan con el sudor de su frente.

Perdona si te he amargado un poco las vacaciones. Pero no puedo dejar de pensar en mis hermanos los pobres, y tú tampoco. Abre la mano y comparte al menos un poco de lo que tengas. Es posible que hayas logrado que alguien sonría, al menos por un día. Y tú también sonreirás, y YO contigo.

Jesús

3/21/2012

La pobreza nunca se erradica

Un asunto de dinero, no de supervivencia, es la pobreza en el Mundo.


La pobreza concentra un gran poder mediático año tras año y, año tras año, 10 millones de personas, niños principalmente, mueren de hambre en una proporción de uno por segundo. Si esta situación ya es deleznable, lo es aún más, saber que los países pobres tienen sociedades pobres, pero tierras fértiles y ricas. Existen algunos conceptos vinculados estrechamente a la situación geopolítica, económica y social que, con el paso del tiempo y su permanencia estructural en nuestras vidas parecen haberse convertido en parte inherente a los ciclos históricos.

Desde hace más de dos décadas hablamos del cambio climático como un concepto abstracto de la misma forma que las diferentes organizaciones no gubernamentales aprovechan la interesante figura de la responsabilidad social empresarial para lograr fondos de los grandes capitales, fondos desgravables que ayudan a las cuentas de resultados, en pos de acabar con otro de esos conceptos eternos a través de la historia; la pobreza mundial.

Ciertamente, la pobreza mundial forma parte del subconsciente colectivo permanente que, generación tras generación convive, independientemente de ciclos de bonanza o ciclos de crisis, con el hambre en el mundo, el reparto de recursos y la pobreza. Los países desarrollados se comprometen a “ayudar” a los países más pobres contemplando políticas de cesión de fondos mientras que se incrementa la necesidad de abrir las puertas de acceso y conocimientos a las nuevas tecnologías de los países en desarrollo a fin de incrementar los niveles de productividad en sus sectores productivos.

No faltan las comparaciones destinadas a despertar de su letargo a las economías desarrolladas, comparaciones que las generaciones actuales no pueden dimensionar por lo reducido de sus experiencias de vida; algunas, ciertamente inquietantes como que el número de niños que mueren de hambre cada año es igual que el número de fallecimientos producido por 50 bombas como la lanzada en Hiroshima, terrible sin duda, pero la pobreza y sus muertos forma parte de la realidad del mundo hasta el punto de convivir con ello sin que ya, ni tan siquiera, sea una noticia.

Pero si existe algo realmente inaceptable y moralmente despreciable es que si no fuera por los intereses políticos y económicos de sobra conocidos y, visto desde una perspectiva estrictamente científica, acabar con el hambre del mundo no sería tan complejo. La pobreza no está relacionada con una escasez de recursos.

¿Por qué no se erradica la pobreza del mundo?

3/20/2012

El pan nuestro de cada día, danoslo hoy

“Comparte tu pan con el hambriento, abre tu casa al pobre y sin techo, viste al desnudo y no des la espalda a tu hermano”.

Las obras nacen del amor y son signo del amor. Deben manifestar el amor y no ser ocasión de prestigio o de negocios. Ser luz es cuestión de amor y sólo en el amor se puede iluminar a los demás. No es el signo de superioridad y ni la señal de sabiduría que muchos quisieran adoptar, como si hicieran el favor de iluminar a los demás. No, la luz brota de dentro y va mucho más allá de la sabiduría humana.

“Cuando renuncies a oprimir a los demás y destierres de ti el gesto amenazador y la palabra ofensiva, cuando compartas tu pan con el hambriento y sacies la necesidad del humillado, brillará tu luz en las tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía”.

La luz está viva y comprometida con el sufrimiento de los hermanos, no es la luz artificial que se enciende para que los demás la vean. Es la luz que brota desde el interior, espontánea, como una fuente, porque está llena de amo. En estos momentos hay muchas dudas e inseguridades, suicidios y vidas absurdas, que no podremos disipar con ideas brillantes sino con compromisos serios a favor de los que han sido reducidos a la miseria y a la discriminación.

Hay quien ya no cree en nada y va cargando con fastidio su vida. El discípulo puede dar sentido, sabor y luz a todo el que se encuentra desencantado. Y esto empieza con los más cercanos, porque estamos dispuestos a ser luz de las naciones, luchando y manifestándonos por las guerras extranjeras, pero no somos capaces de exigirnos nuestro tiempo y nuestra aportación para los que están junto a nosotros y en nuestra casa.

Somos candil de la calle y oscuridad de la casa. Somos reflectores que deslumbran y corazones en tinieblas. ¡Así no somos verdaderos discípulos! Nos quejamos amargamente de la oscuridad que reina en nuestro ambiente pero no somos capaces ni de encender un cerillo para disipar las tinieblas. El compromiso es grande y tendremos que reflexionar seriamente cómo estamos siendo luz en nuestro mundo, como estamos dando sentido y sabor a nuestras vidas y a las vidas de los cercanos.

Hoy en día cuando vemos el mundo podemos observar que hay: mucha gente cansada, hambrienta, gente intentando llenar sus vidas (con drogas, alcohol, sexo, dinero, etc.).

Hay gente viviendo en la medianoche de sus vidas, gente viviendo en la oscuridad, gente cansada del viaje de la vida, gente desesperada y hambrienta que, más tarde o más temprano, van a venir a nosotros pidiéndonos pan. ¿Necesitamos pan? ¿Necesita pan algún amigo nuestro? ¿Conocemos a gente hambrienta?

3/04/2012

Un trabajo es importante

Las Personas valen más que todo el oro del Mundo


Testimonios de tres madres de familias que viven en barrios de chabolas en Madrid

Como Lola dice : “No es lo mismo criarse en un barrio rico, que ya de por sí tienes un acento, una cultura y todos los medios, que en un barrio marginal que te hace ir con la cabeza agachada como con vergüenza, como que te sientes inferior a otra gente por tener menos y por vivir en ese barrio.”

Y Beatriz opina: “Vivo en un barrio donde hay mucha droga y tengo miedo de que mis hijos se pueden enganchar. Quiero lo mejor para mis hijos pues yo no sé leer ni escribir y creo que es importante. Vivo en un barrio en el que no puedo salir de mi casa, por la droga, pues si me voy de mi casa, me roban, se llevan todo lo que tengo y me dejan la casa destrozada. Siempre tiene que haber alguien dentro, mi casa sola no se puede quedar.

En mi barrio se ven muchas cosas pero aquí nadie te escucha. Todo el mundo sabe que hay mucha droga aquí pero se hacen los tontos, la quitan de la vía pública y la traen aquí que somos cuatro vecinos. Me da vergüenza decir que vivo en este barrio. Cuando fui al hospital con mi hija, dije: “vivo en un barrio de chabolas pero no vendo droga.”

Cuando Mercedes habla de los trabajadores sociales, dice: “Si además de no tener a nadie que te apoye, vas a pedir ayuda a la Asistente Social y te la niega, sabiendo las condiciones en que vivíamos en una chabola de madera y mi marido enganchado a la droga, me sentía muy sola. No tenía su apoyo y además tenía miedo de ir a verla y que me quitasen a mis hijos. Te anima más una charla con ella o que te invite a tomar café que recibir dinero”.

Lola añade: “Cuando pasamos tiempos muy difíciles en nuestra familia la solución que nos daban era quitarnos a los hijos, no confiar en nosotros, sus padres. Nos gustaría que cuenten con nosotros como padres para buscar soluciones juntos y encontrar qué es lo mejor para nuestros hijos, para nuestras familias, que nos den un voto de confianza”. Mercedes está trabajando ahora y vive en un piso. Pero su vida sigue siendo difícil. Dice: “Tengo 10 hijos. Aunque soy más rica que antes, y eso que no tengo nada, no he sacado a mis hijos de la pobreza, porque mis hijos no son ricos, ni yo tampoco.

Antes vivía en una chabola de madera, no tenía para comer, mis hijos iban con zapatillas que me daban, a veces rotas, y me daba vergüenza. Sin embargo ahora, si no es un mes, es otro, cuando necesitan zapatillas yo se las compro, pero eso no quiere decir que yo haya sacado a mis hijos de la pobreza. Pero sí que estoy orgullosa de sacar a mis hijos adelante aunque tengo que salir de casa a las cinco de la mañana para ir a trabajar.

Quiero que mis hijos vayan con la cabeza alta. Mi primer día de trabajo ya me relacioné con todas mis compañeras. A medida que pasaban los días, ellas me ayudaban, me enseñaban a trabajar, a coger el metro. No me miraban por encima del hombro, me trataban como una de ellas. Y yo pensaba: “Yo soy igual que ellas, ¿por qué voy a tener que ir con la cabeza agachada?”. Empecé a arreglarme, me corté el pelo, me pintaba. Nunca lo había hecho. Muchas veces miro para atrás y pienso en todo lo que me he perdido.

Durante muchos años he vivido entre cuatro paredes, sin saber que este mundo existía. Muchas veces cuando voy sola andando por el camino, pienso: “huí, me siento ligera, con ganas de vivir”. Me entra tanta alegría de decir: “Dios mío, he conseguido lo que nunca he tenido”. No he salido de la pobreza todavía, pero he dado un paso adelante.” Lola comparte su experiencia, y dice: “¿Por qué no me cogen para un trabajo si tengo dos manos? Nadie confía en ti, y te acabas marginando a ti misma. Mi hermana confió en mí y tuve un trabajo durante algunos meses. ¡Qué ilusión tener compañeras de trabajo!.

Hubo un cambio radical en mi vida. Un trabajo es importante para uno mismo porque te encuentras con otros, te sientes útil.” Beatriz habla de la ayuda que da a las personas drogadictas que le piden un vaso de agua o un café. Dice: “¿ por qué me voy a beber yo el café si puede calentar a otra persona que lo necesita?. Me siento útil con eso, me ayuda a mí. Ojalá el rico se diera cuenta del cariño que da el pobre” “Amigo” mio.....¿Yo se donde estas? Pero no quiero buscarte

2/26/2012

Pobreza en los países desarrollados

La distribución desigual de la riqueza en los países del Primer Mundo ha aumentado la distancia que separa a las personas ricas de los grupos más desfavorecidos. El crecimiento económico de los países desarrollados ha dado origen a lo que se conoce como Cuarto Mundo, un término que engloba a todas aquellas personas que residen en los países más avanzados, pero se encuentran excluidas o en riesgo de exclusión social. Esta situación se produce cuando la riqueza se distribuye de manera desigual y la línea que separa a ricos de pobres se convierte en abismo.

Como solución, se propone incluir a los grupos más desfavorecidos en el proceso productivo y aumentar las partidas económicas. "Las ayudas nunca son suficientes". El término ´Cuarto Mundo´ fue utilizado por primera vez en los años 70 para designar a aquellas personas que viven en situaciones realmente precarias. "El Cuarto Mundo es un pueblo formado por hombres, mujeres y niños que, generación tras generación, se ven excluidos de los derechos fundamentales de los que goza el resto de la sociedad. Se ven excluidos de los progresos sociales y de la participación en la vida asociativa, política, religiosa, cultural, sindical... de sus sociedades.

No se cuenta con ellos como interlocutores sino, como mucho, como meros beneficiarios de ayudas". ¿Pero cuál es la principal característica de este denominado Cuarto Mundo? Lo más curioso es que surge dentro de lo que se conoce como Primer Mundo. Es en los países más avanzados donde la gran diferencia en el reparto de la riqueza da lugar a dos grandes grupos que ocupan un mismo espacio físico, pero no social. No son casos aislados.

Según datos de Médicos del Mundo, sólo en Europa residen más de 40 millones de personas pobres. "Otro de los paradigmas es Estados Unidos, que tiene una economía puntera, pero también un gran porcentaje de personas pobres que viven por debajo de niveles aceptables. Esto es todavía mucho peor de digerir".

La miseria siempre ha estado presente en nuestra sociedad. Siempre han existido ricos y pobres. Pero es ahora cuando esta diferencia se hace más patente. A medida que la economía del mundo occidental crece, también aumenta el número de personas a las que esta riqueza no llega. Se tiende a pensar que los más pobres viven en los países del Sur. Sorprende reconocer la pobreza al lado de casa, pero la hay. "En todos los países hay pobres, que son los que menos medios tienen para salir adelante".

Combatir la pobreza es uno de los retos de la sociedad en que vivimos. Si no se encuentra una solución, el problema puede hacerse crónico y entrar en una espiral de difícil salida. Es necesario poner sobre la mesa las diferentes situaciones de exclusión social y afrontar cada una de ellas con las mejores herramientas.

Una de las claves podría ser la incorporación de estas personas al proceso productivo o la elaboración de una Ley de Inclusión Social. "El crecimiento económico espectacular generado en los últimos años no ha contribuido a garantizar los derechos humanos ni a mejorar las condiciones de vida de todos los ciudadanos porque el umbral de pobreza no ha descendido".

2/25/2012

El mismo trabajo para más trabajadores

He aquí una de las proclamas que intentan definir salidas a la situación actual:

“Se trata de desconectar el trabajo del ‘derecho a tener derechos’ y, sobre todo, del derecho a lo que es producido y producible sin trabajo, o cada vez con menos trabajo. Se trata de cambiar la sociedad. El problema central no se resolverá a menos que el ‘trabajo’ pierda su lugar central en la imaginación de todos.”  Y esto es precisamente lo que los centros de poder se esfuerzan por impedir, con la ayuda de expertos, funcionarios e ideólogos.

Es necesario definir nuevos derechos y nuevas libertades, nuevas seguridades colectivas, nuevos arreglos del espacio urbano, nuevas normas sociales compatibles con el tiempo elegido y la multi actividad. Una sociedad que desplace la producción del lazo social hacia las relaciones de cooperación, reguladas por la reciprocidad y la mutualidad, y ya no por el mercado y el dinero.

Una sociedad en la cual cada uno pueda medirse con los otros, ganar su estima, demostrar su valor no por su trabajo profesionalizado y por el dinero ganado, sino por una multitud de actividades desplegadas en el espacio público y públicamente reconocidas y valorizadas por otras vías que las monetarias. A esta altura del desarrollo de la humanidad, es necesario disponer de un ingreso que satisfaga las necesidades de manera suficiente y estable.

Pero la necesidad de actuar, de obrar, de medirse con los otros, de ser apreciado por ellos, es una cosa diferente. No deben confundirse necesariamente, aunque toda la historia reciente haya identificado ambas funciones. Parece ser que no hay trabajo si no hay un trabajo encargado, socialmente reconocido y pagado por quien lo contrata; y que no hay ingreso si el mismo no proviene de la remuneración por un trabajo. Con esta identificación, se confunden los diagnósticos y las soluciones: lo que falta no es trabajo, sino la distribución de las riquezas para cuya producción el capital emplea un número cada vez más reducido de trabajadores. Es esa identificación la que debe ser desarmada.

Numerosos autores (de ideologías opuestas) se atreven a adelantar cómo será el futuro. Para algunos, el mundo sin trabajo será el inicio de una nueva era en la que el ser humano quedará liberado de una vida de duros esfuerzos y de tareas mentales repetitivas. Para otros, la pérdida masiva de puestos de trabajo generará desazón social e innumerables disturbios. Pero prácticamente todos coinciden en un punto: entramos en un nuevo período de la historia en el cual los procesos de automatización sustituirán a los seres humanos en la fabricación de productos y el suministro de servicios.

¿Una sociedad sin empleos? Resulta extraño y difícil de imaginar porque afecta la idea que tenemos de cómo organizar a muchas personas en un todo social armónico, y nos vemos enfrentados con la perspectiva de tener que replantearnos las bases mismas del contrato social. Una de las soluciones sería repartir mejor el trabajo y la riqueza. El derecho a un ingreso suficiente y estable ya no tendría que adoptar la forma de un trabajo encargado y pagado. Deberían crearse las condiciones para hacer posibles actividades múltiples, cuya remuneración y rentabilidad no fueran una condición necesaria o un fin.

El tiempo de trabajo dejaría de ser el tiempo socialmente dominante. «Trabajo para todos» es el valor que se pretende inculcar para avanzar hacia una nueva sociedad. Se debe dividir el trabajo socialmente necesario en dos partes: el empleo formal remunerado y el resto del trabajo socialmente útil, y no circunscribir la responsabilidad de toda la sociedad a la producción y el empleo remunerado. La "actividad plena" se dará en el campo de la sociedad y de la cultura, no sólo en el de la economía.

La realidad es que 30 años después, los manifestantes de aquellos tiempos, rondando hoy los 50 años de edad, están en alguna de las dos orillas del mercado: son los ejecutores de una política y de una economía que ha hecho un uso pragmático y despiadado de la tecnología, o son las víctimas silenciosas de un sistema que los ha borrado. En la actualidad se demanda con persistencia el recorte de la semana laboral. Esta demanda es promovida tanto por líderes sindicales como por economistas. La idea es acortarla (sin reducir los salarios), lo que permitiría humanizar la vida de los trabajadores y ampliar el mercado laboral. El mismo trabajo para más trabajadores.

Esta propuesta se suele asociar a ideas de flexibilización en los horarios y a una utilización de los centros de producción a tiempo completo. Hay un efecto interesante en esta opción: el trabajador que debe reducir compulsivamente el tiempo de trabajo redescubre su papel en la familia y suele interesarse en actividades propias del ocio o del estado de no obligación (tareas voluntarias, creaciones personales, participación en organizaciones no gubernamentales, etc.). De alguna manera, este tiempo ocioso está generando verdaderos "trabajos" que responden a la necesidad de personalizarse de los individuos y les da la posibilidad de generar algo propio más allá de las exigencias externas de un mercado que se las ha ingeniado para robarles hasta la creatividad y las ideas para ponerlas al servicio de sus intereses.

Si los estados socialmente benefactores del pasado han desaparecido del escenario, alentando el protagonismo de una economía de mercado, es hora de que adquieran un nuevo protagonismo. Es cierto que un sector de la población puede alternar sus actividades obligatorias con las opciones voluntarias, pero para muchos las acciones voluntarias serán la única posibilidad. Es necesario que los gobiernos piensen en establecer salarios sociales, como alternativas de pago y beneficios de asistencia pública a los desempleados permanentes dispuestos a ser reeducados o dispuestos a emplearse en el servicio a la comunidad. Estas ayudas sociales dejan de ser dádivas para convertirse en derechos sociales, que redundarán en beneficio de la comunidad.

Por supuesto que exigen un tipo de gobierno dispuesto a administrar adecuadamente los recursos provenientes de una prolija recaudación impositiva sobre las verdaderas riquezas y las verdaderas ganancias. Los mismos gobiernos pueden pensar en reducir los costos del trabajo, asegurando con su eficiente intervención los beneficios sociales que todo trabajador necesita. Es cierto que se le han transferido al empleador algunas obligaciones que un reconstituido y racionalizado estado de bienestar debería asegurar por sí mismo a todos. De esta manera algunos costos laborales se achicarían en la misma proporción en que las riquezas productivas tributarían al Estado.

Una administración desburocratizada, eficiente, honesta y equitativa atendería a las verdaderas demandas sociales. Nadie piensa que la actual situación del trabajo pueda dejar ajenos e insensibles a los gobiernos que, más allá de la globalización, deben recuperar la iniciativa, después de un shock económico aplastante y una actitud muy pasiva. ¿Qué trabajo contribuye a la personalización?

¿El trabajo asalariado o remunerado de otro modo? El ingreso necesario para la subsistencia y el consumo, ¿podría asegurarse independientemente del trabajo? ¿Puede pensarse el trabajo como algo no necesario? La falta de empleo no provoca sólo miseria sino otra calamidad social y existencial: la ausencia de una relación creativa con la Naturaleza. El trabajo debe ser visto, sobre todo, como una cuestión de expresión del hombre que, más allá de su natural dependencia, es un creador que establece con obras su presencia en el mundo.

Finalmente, se debe reconocer que tal vez estamos lejos de este concepto de trabajo, pero no es menos cierto que este "ideal" asoma a través de diversos síntomas: nuestra economía se ha convertido en una economía del derroche en la que las cosas han de ser devoradas y descartadas casi tan rápidamente como aparecen en el mundo, para que el propio proceso no termine en repentina catástrofe. Este consumo obsesivo y desmesurado multiplica geométricamente los excluidos en proporción inversa al beneficio que otorga a los incluidos. Tal vez los que disfrutan del banquete deberían pensar en racionalizar sus goces para no sucumbir en un mundo invadido por productos y artefactos que provoca la muerte de muchos otros.

2/23/2012

La importancia de lo material

¿Cuánta importancia damos a los logros materiales? Es una buena pregunta para meditar, porque, de acuerdo a lo que se puede ver, la familia ha pasado rápidamente a un segundo plano y todo se ha convertido en un producir para ganar más: más poder, más riqueza material. No es difícil caer en la tentación de atesorar para el futuro, no es difícil el definir como política de vida el alcanzar todo aquello que queramos, no es difícil excusar todo en una frase gastada por lo usada: “no lo quiero para mí, sino, para dar a los míos lo mejor”; pero, aquellos a quienes llamamos “los míos”, realmente querrán lo material o querrán recibir afecto, contar con uno cuando lo necesitan, saber que uno está dispuesto a darse a ellos.

La sociedad nos lleva hacia la opción triunfalista, nos convierte en seres mecanicistas, en trabajó licos, en “entes productivos”, pero, en nuestro interior ¿qué nos deja?. El vacío de no saber cómo entregarse, de no poder dar amor, es inmenso, el convertir el amor y el dar en un acto reflejo de entregar bienes materiales y buscar así demostrar lo que sentimos, es algo que nos va convirtiendo día a día en proveedores y nos aleja de nuestro origen.

Cuando nos toca tratar con otras personas, ya sea en conversaciones sociales o de trabajo, y esa persona tiene su mirada sobre diferentes objetos y no nos mira, ó simplemente se distrae ante cualesquier ruido o movimiento, ¿cómo nos sentimos?; cuando frente a nosotros hay una persona que nos mira a los ojos y demuestra interés en lo que se está conversando, la impresión de ella ¿no es acaso la de alguien con quien es muy grato tratar?.

Cuando conversemos con una persona lo tenemos que hacer sentir que para nosotros no hay nada, ni nadie más, que él o ella, que es lo más importante. Esta actitud es la que, pienso, debemos tener todos; una actitud de escucha, de apertura, de intentar entronizar el problema que se nos plantea, para luego, intentar entregar una propuesta de solución; hay veces que ni siquiera se espera una respuesta, sino que, basta con escuchar atentamente a la persona y ella por si misma descubrirá la respuesta que subyacía en su interior.

¿En nuestra vida, qué debemos aspirar a dar y que aspiramos a recibir?, ¿vamos tras los logros materiales?,
“las riquezas materiales que acumulas hoy, no las podrás llevar contigo cuando mueras”, y creo que, en nuestra sociedad cada día se hace más necesario vivir y acumular las riquezas que permanecen con nosotros aún después de nuestra muerte, esa riqueza que nosotros no podemos medir, pero, que quienes nos rodean sí. Vivir en constante entrega a los demás, preocuparse de lograr el bien del otro, estar abierto a las necesidades de quienes nos rodean, y principalmente en quienes nos causan o han causado algún mal, perdonar a quienes nos hacen daño, en resumen: amar a nuestro prójimo.   Durante  años, se ha tratado el tema de la justicia social y se le han dado tantas interpretaciones que se ha terminado por prostituir el término y convertirlo en una consigna política, todas las ideologías la presentan de acuerdo a su conveniencia, unos hablan de lucha de clases, otros de reivindicación social, de humanismo, etc…, de acuerdo al momento es el nombre que se le da, pero, no pasan de quedar en consignas o promesas. El verdadero cambio que haga posible la justicia social, debe venir desde dentro, de nosotros mismos, de un convencimiento profundo de la necesidad de equidad, si no creemos en la necesidad del cambio éste nunca se producirá.

Hoy en día, muchos no somos capaces de conmovernos frente a la necesidad. Frente a todo lo antes expuesto, cabe preguntarse ¿podemos aspirar a un trato justo y digno?, no sería mejor empezar analizándonos y ver que hacemos nosotros por los demás. Acumulemos riquezas que podamos llevar con nosotros al morir y no nos preocupemos tanto de las que quedarán acá y serán “presa de la polilla”. No permitamos que las cosas pasajeras emboten nuestra vida, de tal forma que nos dejen con la mirada puesta en la tierra y con el corazón vacío del amor, que debe guiar al hombre tanto en sus obras como en sus palabras. Ojalá y no tengamos los ojos cerrados, ni el corazón endurecido tanto para comprender como para aceptar el amor, y el perdón.

Hay que tener un poco de fe.. y Esperanza

2/22/2012

Todos unidos contra el racismo

Aquello que denominamos «estrategia del odio» es sin duda el principal objetivo sobre el que consideramos es preciso actuar. Se trata no tanto de difundir un mensaje bienaventurado y amable sobre las dichas de la tolerancia sino de denunciar el proceso por el que las sociedades son cada vez más débiles ante las actitudes xenófobas y discriminatorias. Nuestra experiencia nos indica que no es suficiente con difundir sentimientos de respeto y consideración hacia la diferencia cuando cada uno de nosotros se ve expuesto, diariamente, a discursos mucho más elaborados y agresivos, que cuestionan el fundamento mismo de la convivencia ciudadana.

No consideramos a los seres humanos en su individualidad. Estamos acostumbrados a incluir a las personas en comunidades cerradas y muy definidas. Esto, que en sí es una capacidad humana, nos puede llevar a olvidar que los grupos lo forman personas individuales y a partir de ese olvido desencadenar la estrategia del odio.

El individuo es obligado así a disponer de unas características, de un reclamo, de una etiqueta que lo define y limita, que lo nombra y localiza, que lo compromete y ahoga. La comunidad así creada es uniforme, sin contradicciones. La pureza se convierte en una obsesión y cuanto más puro, menos «contaminado», más respeto merece.

Comprometido en la reivindicación de lo propio como único y superior, el individuo se ve condenado al enfrentamiento con lo diferente en vez de asumir su propia e íntima diversidad. Las comunidades se enfrentan así, cada una convencida de su razón, en una dialéctica infernal en la que el objetivo final sólo parece ser la supervivencia de los grupos más fuertes, de los más astutos, de los más poderosos.

El distinto, el extranjero, el foráneo, el raro, el diferente es sometido a un progresivo proceso de deshumanización. El otro no sólo es diferente sino que hay algo que no va bien en el otro. Comienza así un proceso de difamación con la creación de falsas imágenes sobre el «diferente» que van calando en el subconsciente social, en cada uno de nosotros que vamos asumiendo los tópicos, los estereotipos, referidos a lo que nos es extraño, a lo que nos es desconocido y por tanto a lo que nos da miedo.

Una vez que la población, que consideramos y se considera, normal, ha interiorizado la falta o la menor humanidad del «otro», es decir su inferioridad, dar el siguiente paso de la «estrategia del odio» es fácil. Los «otros» no sólo son inhumanos sino que además suponen una amenaza. El distinto vive convertido en un blanco estático, en el punto de mira del grupo de normales. En el punto de mira, y esto es básico, no sólo de los iniciadores de la estrategia del odio sino de personas comunes, frecuentemente las más desprotegidas y especialmente en momentos de crisis.

Cualquier persona puede caer en la estrategia del odio, personas sin empleo, padres preocupados por sus hijos, pequeños comerciantes asustados por la delincuencia, etc., pueden unirse a la agresión y la discriminación. El odio entre "comunidades" y el inevitable enfrentamiento, responden a problemáticas muy complejas. Sin embargo, nos atrevemos a apuntar que quizás un camino cierto para combatir la estrategia del odio esté en el descubrimiento de la diversidad como núcleo de la convivencia social. Sólo individuos libres, conscientes de su complejidad y de su propia e íntima diferencia, distintos a sí mismos y a los demás, pueden acordar convivir en tolerancia.

Creemos que no debemos caer en las generalizaciones ni siquiera cuando son positivos del estilo "los emigrantes son mis amigos". Esto lleva a que si un día te agrede un "emigrante", se caiga el anterior planteamiento simplista, y lo peor, quizás te lleve al otro falso extremo: "los emigrantes son delincuentes", que es el perfecto caldo de cultivo para la estrategia del odio. En definitiva, somos iguales, somos diferentes, somos personas.

Por ello debemos comprometernos en el antirracismo, en la lucha por la igualdad y la tolerancia, no sólo por apoyar a los más desfavorecidos o discriminados, sino porque la alternativa de los que odian la diversidad humana, de los intolerantes, nos destruye también a cada uno y cada una de nosotros.

No terminamos de ver con claridad, vemos a los demás como si fueran árboles que caminan. No terminamos de ver personas. Y me atrevería a decir más, no vemos semejantes. Vemos a moros, vemos a negros, vemos a peruanos, vemos a ecuatorianos, vemos a gitanos... y no vemos a las personas como nosotros que hay detrás de su procedencia. ¿Tanto nos cuesta ver personas en los demás? Personas que, como nosotros, tienen necesidad de ser felices, de trabajar y ganarse el pan, de...

También lloran. También sangran. También ríen. También aman. También odian. También...
También necesitan, como nosotros, ver a nuestro semejante, no como un árbol que anda, sino como un HOMBRE. Los árboles no van a ninguna parte, del mismo modo, muchos hombres caminan pero tampoco van a ninguna parte, son como árboles, no tienen esperanza, no tienen amor, .....

2/20/2012

El drama de los desempleados

Ahora sabemos, el interés tozudo de prohibir fumar, limitar la velocidad, cambiar los neumáticos, las bombillas de bajo consumo…había que hablar de esto y no de la incompetencia de los políticos para resolver la economía nacional.

No hay mayor angustia que vivir sin un trabajo remunerado, cuando quien lo sufre carece de otras posibilidades para subsistir y para atender a su familia. Quienes carecen de trabajo, constantemente expresan sus angustias por la falta de un trabajo digno y bien remunerado.

Los desempleados hacen una llamada a la sociedad para que comprenda que el trabajo no es simplemente una maldición bíblica, sino un derecho esencial del cual no se debe privar a hombres y mujeres, sin causar un grave daño que tiene repercusiones en su conducta moral y hasta en su aprecio a la vida.

En su conducta moral, porque quien carece de lo elemental para la satisfacción de sus necesidades vitales, frecuentemente toma el peligroso camino de la delincuencia para procurar, al menos, alimento. Y luego se despeña hacia un precipicio en el cual el delito alcanza proporciones mayores y hasta llega a los más terribles estados de violencia.

Pero también, la desesperación suele llevar a los desempleados hacia otro recurso tremendo, el de atentar contra su propia vida, decidiendo cometer suicidio. En buena parte, la delincuencia tiene orígenes en la pobreza total, en la falta de de un recurso para sostener la existencia y luego de estos orígenes, muchos que han delinquido en infracciones leves acaban cometiendo verdaderos crímenes.

La falta de empleo no es un problema reciente, sino que se viene dando hace muchos años. Este problema ha generado diversas actitudes en la población que ve como principal solución a este problema a la emigración. Existen grupos especialmente afectados por el desempleo. En primer lugar, el probablemente el grupo más afectado sea el de los jóvenes quienes exhiben tasas de desempleo muy preocupantes. Uno de sus probables determinantes es que los jóvenes cuentan con menor experiencia laboral, lo cual reduce sus probabilidades de inserción en el mercado de trabajo.

El dramático proceso de destrucción de empleo, nos han llevado a unas desoladoras cifras sobre el paro, que está sufriendo la sociedad española desde que estallo la burbuja inmobiliaria y la crisis financiera internacional. Con una tasa de paro Que pasa de los cinco millones de desempleados, España estará abocada a formar parte del tercer mundo, de los menos desarrollados. Y así mientras muchos jóvenes con alta calificación son expulsados del mercado laboral, otros sin estudios son excluidos y marginados de la sociedad, no quedando otra opción que volver a optar por la emigración como única vía de escape para buscar el trabajo que en España ya es imposible encontrar.

Pero lo más grave es que el número de desempleados que no cobran prestación de desempleo crece al mismo ritmo que aumentan el número de parados sin cobertura. ¿Qué va a hacer entonces el Gobierno? ¿Cómo sobrevivirán esas familias que carecen de ingresos?. O nos ponemos las pilas o algo muy grave puede suceder. 

Si el talento se va, y los jóvenes sin formación se ven abocados a vivir de la ayuda de los padres, se creará un problema social y económico de grandes proporciones que es urgente corregir.  El estrés producido por una situación prolongada de desempleo, puede tener graves consecuencias sobre la salud física y mental de las personas, por ello es acuciante diseñar planes preventivos de protección social y laboral, destinadas a la población en riesgo de sufrir esta situación. La realidad social es que la forma de entender la vida, solo es aceptable cuando se potencia el crecimiento individual y egoísta, y todos pasamos cuando los conflictos de índole social, no nos afectan, olvidándonos que un día nos puede tocar a nosotros.

Triste que nos olvidemos de considerar el trabajo como un bien colectivo, pues ello contribuiría a dar la estabilidad la seguridad y la paz, no solo a las familias sino también a la sociedad en que vivimos. Es un problema cuya resolución implica poner todos los medios y esfuerzos para erradicarlo.

2/18/2012

QUE ES, EN REALIDAD, SER LIBRES ?

Un hombre sin familia por la que trabajar, sin patria en la que hundir sus raíces, sin fe que le conforme, sin deberes que le obliguen, sin norma moral que le sujete, sin una verdad objetiva a la que atenerse, sin un amor al que entregarse, sin esperanza por la que luchar, un hombre así, tan suelto de todo, ¿sería un hombre libre? No. No lo sería. No sería ni siquiera un verdadero hombre. Sería apenas una especie de cosa sin ninguna humanidad y, desde luego, si hubiera algún hombre en tales condiciones, su vida sería un verdadero infierno, un vacío tan espantoso que sólo un estado de inconsciencia podría hacer apenas soportable.

Un hombre así sería lo más parecido a un animal, obligado por su misma vaciedad a asirse a las cosas más elementales para tener algún contacto con la realidad, evitando a todo trance adquirir conciencia de una vida sin contenido, sin finalidad y sin sentido. La libertad no se define por la ausencia de todo vínculo, de toda ligadura. No es simplemente una palabra. Es una realidad existente en un mundo de realidades, de otras realidades de las que no puede prescindir, ni independizarse, porque ellas también son, y ellas también cuentan.

La libertad del hombre tiene un origen que la configura, un objeto al que aplicarse, una finalidad que le da sentido. Prescindir de tales elementos equivale a negarla o a destruirla. Y ser libre no es tampoco ser todopoderoso, hacer todo lo que uno quiere. Uno no puede, aunque quiera, hacer cuanto le pueda apetecer, pero no por eso deja de ser un hombre libre. Siendo, como es, el hombre un ser limitado, ¿cómo podría ser ilimitada la libertad?

Por eso, toda limitación, cualquier limitación, no tiene por qué ser un insulto a la libertad. Por otra parte, libertad no equivale propiamente a independencia. El hombre es libre, pero no es independiente. Necesita de muchas cosas, de otras personas, para vivir, incluso para subsistir. Es un ser real hecho de una forma determinada, y no puede prescindir de ello a no ser que deje de ser hombre, y además hay otros hombres que también son libres y tienen derecho a que su libertad sea respetada.

La convivencia implica siempre renuncias. Lo malo de la palabra libertad es que es una palabra ambigua, al menos en cierto sentido. Si no hay una conformidad en el contenido y alcance del concepto, toda conversación queda en un diálogo entre sordos, y me temo que al hablar de libertad cada uno la entiende a su modo. Pero de todos estos modos, ¿cuál es el que de verdad responde a lo que auténticamente es la libertad?

Si ser libre no significa ser todopoderoso, ni tampoco independiente (en el sentido más radical), entonces ser libre es compatible con la limitación y la dependencia. Más aún: la limitación y la dependencia son connaturales al hombre por el mero hecho de serlo. No está el problema en darnos o rehusarnos, se trata tan sólo de saber a quién nos damos». Ahora bien: si todo hombre está vinculado a algo, o a alguien, la calidad de la libertad depende de la calidad del vínculo que, al atarle, da la referencia de la elección que el hombre hace. Y ello es así porque la libertad se ejercita en la elección entre dos o más posibilidades por una de las cuales debe decidirse la voluntad, pues no puede estar en suspenso indefinidamente.

Pero no es la voluntad, ni la libertad, la que conoce entre dos o más posibilidades, sino la razón. La razón es tan fundamental para que la libertad pueda darse que no hay libertad propiamente dicha sino en los seres racionales. No se dice que un irracional, una planta o una piedra, sean seres libres, aunque un perro pueda ir a una parte u otra, o una planta crezca libremente.

La elección supone ponderación, reflexión, consideración, valoración de las posibilidades entre las que elegir. Cuando no hay esto, cuando el pensamiento está ausente, entonces no hay libertad: se trata entonces de apetencia, capricho, instinto, arbitrariedad, impulso, algo que no es racional ni razonable, algo que no es del todo humano.

Hoy el hombre, y una parte de la juventud en concreto, han destruido las murallas que le defendían y aseguraban su integridad frente a las fuerzas destructoras. Ha destruido los «mitos», ha terminado con los «tabú». Y en realidad lo que ha destruido, lo que ha aniquilado, es la verdad en nombre de la libertad, y para ser «libre» la ha sustituido por ilusiones, sueños, optimistas visiones del porvenir, teorías tan brillantes como carentes de fundamento.

¿Con qué resultado? ¿Has dicho una mentira o has hecho algo que no debías? ¡Pienso que todos nosotros hemos hecho algo más un tiempo u otro! ¿Has dicho una mentira para cubrir algo mal que hiciste u otra mentira? ¿Y después, has tratado otra mentira sobre de la segunda? Si lo has hecho, sabes que tan atrapado te puede hacer sentir, como que no puedes ser libre de la mentira. ¿Has visto que cuando empiezas de decir una mentira, se hace más fácil contar otra mentira? La manera que puedes ser libre de la mentira es decir la verdad. Esto se oye fácil ahora, pero cuando estas atrapado en una mentira, decir la verdad se siente como la cosa más difícil de todo el mundo.

2/16/2012

PARA QUE SUFRIR Y PORQUE?

El sufrimiento humano es un misterio, un misterio para el cual no hay una respuesta como la que esperamos. En cuanto aparecen los primeros síntomas de sufrimiento, la tendencia inicial es de oposición y viene entonces una pregunta que nunca falta: ¿Por qué? ¿Por qué a mí? Y esta pregunta no tiene respuesta, al menos en un primer momento cuando miramos el sufrimiento desde el ángulo meramente humano.

El misterio del sufrimiento es un proceso. Luego de esa oposición y cuestionamientos iníciales viene un momento de impotencia. Qué difícil es comprender y aceptar así el misterio del sufrimiento humano! Especialmente si día tras día nos están proponiendo que no hay que sufrir.

Bueno, es natural que todos tengamos un miedo racional al dolor, pero hay quien se angustia y sufre por males que aún no le han llegado. La nueva cultura, buscando que estemos mejor y más confortables, nos ha hecho más débiles y menos resistentes al dolor. Las nuevas generaciones fácilmente desisten de sus propósitos porque conllevan riesgos, sacrificios, perseverancia y dolor.

Los modernos sicólogos ponen a la persona como el único referente de todas las cosas y todo debe encaminarse a su felicidad. De tal forma que si hay algo que no le guste o que lo haga sufrir, debe dejarlo a un lado, ignorarlo o destruirlo.

2/15/2012

Jovenes, no tengais miedo al mundo

La situación de los jóvenes preocupa, pues la esperanza que ponemos en ellos se ensombrece. Se les ve más como problema que como solución. No se sabe qué hacer con ellos. Hay desconcierto en las familias, en los barrios y en las escuelas. Se les teme, sobre todo cuando se organizan en grupos. Quieren hacerse notar, demostrar que son alguien, que son capaces, aunque para ello utilicen formas extravagantes, que nos chocan. Líderes políticos abordan el caso y ofrecen alternativas, pero no sabemos si es sólo propaganda con intereses electorales.

Los jóvenes son una fuerza muy importante, una gracia, una energía y una vitalidad, que, bien orientada, trae grandes beneficios a todos, a su familia, a la sociedad. Lo único que necesitan es ser comprendidos, escuchados, valorados y lanzados a servicios creativos, a iniciativas de solidaridad social. Cuando ellos se sienten útiles y aportan algo bueno a la comunidad, le encuentran sentido a su vida y dejan de ser una amenaza social.

Los jóvenes, deben estar cerca de los menos favorecidos, para poder compartir la vida con los demás, y no pasar de largo ante el sufrimiento humano, para que entreguen lo mejor de ellos mismos: la capacidad de amar y de compadecer. Sufrir con el otro, por los otros, sufrir por amor de la verdad y de la justicia; sufrir a causa del amor y con el fin de convertirse en una persona que ama realmente, son elementos fundamentales de la humanidad, cuya pérdida destruiría al hombre mismo.

Vuestra atención desinteresada a los enfermos y postergados, siempre será un testimonio humilde y callado del rostro compasivo. Que ninguna adversidad os paralice. No tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra debilidad. Ser compañeros de viaje y servidores de los hombres.

Joven: ¿Quieres que tu vida tenga sentido? ¿Quieres ser alguien que en verdad vale? ¿Deseas ya no sentirte infravalorado, menospreciado, rechazado y temido? ¿Has sentido algo así como asco o vergüenza de ti mismo, y hasta deseos de no vivir?

Sigue el camino del bien: Ama, sirve, ayuda, preocúpate por enfermos, ancianos, presos, emigrantes, y por quien sufre. Propón a tus amigos y compañeros iniciativas de solidaridad y servicio comunitario, campañas de limpieza ambiental y forestación, diversas formas de voluntariado. Observa en tu comunidad quiénes están más desprotegidos e inventa algo en su favor. Empieza por ayudar en los quehaceres diarios de tu hogar. Verás que no sólo te aprecian, que recibes cariño y reconocimiento, sino que le encuentras un nuevo sabor a tu existencia; te sientes feliz por hacer felices a otros, por hacerles sentir que no están solos. Tu vida tiene sentido y color. Eres alguien y vales mucho, a los ojos de los demás y de ti mismo. Inténtalo.

2/13/2012

El clamor de los pobres de la tierra

 Si queremos hacer una defensa lúcida de los pobres, buscando y promoviendo soluciones realistas y viables, no podemos caer en actitudes demagógicas y retóricas, fomentando el victimismo de los pueblos más débiles, ignorando sus posibilidades y sus responsabilidades pasadas y presentes, sin despertar la propia conciencia del potencial económico y humano que se encierra en todas las razas y culturas, colaborando pero nunca suplantando con un imperialismo de nuevo cuño el protagonismo de los pueblos ante la historia, especialmente mirando al futuro.

Las injusticias flagrantes y generalizadas de la época del colonialismo han desaparecido en su mayor parte, no obstante "es necesario denunciar la existencia de unos mecanismos económicos, financieros y sociales" que "maniobrados por los países más desarrollados de modo directo o indirecto, favorecen a causa de su mismo funcionamiento los intereses de los que los maniobran, y que terminan por sofocar o condicionar las economías de los países menos desarrollados”.

El comercio internacional e intercontinental, cada vez más interdependiente, está sometido a unos mecanismos financieros y tecnológicos que favorecen a los países y las empresas más poderosas ,perjudican y condicionan a los más débiles, ocasionando un desequilibrio mundial entre el Norte y el Sur, entre los ricos y los pobres, o mejor dicho entre los opulentos y los hambrientos. Así, pues, el comercio internacional está desequilibrado por causa de la relación de intercambio entre las materias primas proporcionadas por el Tercer Mundo, con precios a bajo coste fijados por el Primer Mundo, mientras que aquéllos deben comprar a éstos a precios cada vez más altos los productos manufacturados que necesitan importar de los países industrializados.

El comercio internacional ahonda el desequilibrio Norte-Sur Esta realidad no puede considerarse al margen de una circunstancia de graves consecuencias no sólo económicas, sino también éticas y morales, a las que la conciencia cristiana no puede permanecer ajena. Los cristianos no podemos cerrar los ojos ante las nuevas situaciones de pobreza. Es necesario instaurar un orden de justicia social, a fin de que la lucha contra la pobreza no quede reducida a un mero alivio de los efectos generados por un sistema económico regido exclusivamente por la ley del libre mercado, puesto al servicio del aumento de beneficios económicos a cualquier precio.

En esta sociedad, que se ha instalado tranquilamente en la injusticia, mientras una parte de la población vive en la mayor abundancia y el despilfarro, los sectores más desvalidos quedan sumergidos en la pobreza, la indigencia y la marginación, llegando a los casos más extremos. Cuando no existe una Política Social adecuada y suficiente, también produce muchas y graves injusticias que no podemos silenciar y que debemos tratar de remediar a corto, medio y largo plazo, según los casos y las circunstancias.

El cristiano y la Iglesia tenemos en ello una responsabilidad irrenunciable, aunque ello pueda ser difícil, laborioso, impopular y hasta comprometido en muchos casos. El paro forzoso es una de las lacras más graves de nuestra sociedad, ya que impide al hombre el derecho fundamental al trabajo, como desarrollo de su personalidad y como el medio normal de ganar lo necesario para vivir dignamente tanto él como su familia.

Por lo mismo, es probablemente la causa más importante y decisiva en la génesis de la pobreza. Además, empuja a las personas en la pendiente resbaladiza de la angustia, la depresión, al alcoholismo, el juego, la droga, la prostitución, la delincuencia, la marginación y, en ocasiones, hasta el suicidio. Un sistema económico que llega a convivir establemente y hasta transigir culpablemente con el cáncer del paro masivo y obligatorio, es un sistema gravemente enfermo que es necesario corregir y curar, buscando con empeño los remedios que sean necesarios.

Hablando de "Amigos"

A nuestro mundo tan saturado de violencia, de odios, y de dudas; a personas tan sumidas en la angustia por la vida y en la pérdida de su sentido, sonarán como cañonazos explosivos las frases: No odies a tu hermano ni en lo secreto de tu corazón… no te vengues ni guardes rencor… ama a tu prójimo como a ti mismo. Pero si no nos amamos nosotros, ¿cómo vamos a amar a los demás?

El amor al prójimo está basado en el amor a nosotros mismos, pero necesitamos reconocer la propia dignidad. Y no se trata de falsos orgullos, sino de poner los cimientos de nuestro verdadero valor.

Quien se pudre por dentro para que no lo trague el prójimo, para no amar al prójimo, se queda lejos del hermano pero acaba podrido para toda la vida. El otro no puede ser “enemigo”, es un ser humano, alguien que sufre y goza, que busca y espera.

Estamos llamados a realizar cosas extraordinarias, como es extraordinario el perdón, el amor sin condiciones, y la apertura a los diferentes. No se trata de utilizar palabras dulzonas ni de hacer ostentación de sentimientos, sino un comportamiento solícito por el otro.

Amar al prójimo significa hacerle bien pero también exige aceptarlo, respetarlo y descubrir lo que hay en él.

El mal, a pesar de las apariencias, siempre será débil. El odio brota del miedo y se siente amenazado. La ofensa tiene necesidad de la venganza. En cambio el amor es la única fuerza capaz de cortar de raíz la violencia. Es urgente un “¡ya basta!” a la violencia y aceptar la propuesta de la no violencia.

El ser humano es vencedor no cuando logra posesionarse de las armas del enemigo, sino cuando dejando las propias armas, lo convierte en amigo. La debilidad del amor es la única fuerza capaz de desarmar el mal. El cambio debe comenzar en nosotros…. Los demás no lo harán.






2/12/2012

Discriminaciones

Si miramos nuestra sociedad no estamos muy lejos de las discriminaciones. Es común en nuestras “civilizadas sociedades” el rechazo a los que son pobres, a los que no tuvieron la oportunidad de estudiar, a los emigrantes, a los enfermos de sida, discapacitados. Se aísla y se descarta al que es diferente, al que no piensa como nosotros. ¡Cuántos rechazados por su forma de entender la vida! ¡Cuántas personas que son señaladas por sus opiniones diferentes!

¿Qué podemos hacer para borrar las barreras de la discriminación y las fronteras que destruyen la hermandad? ¿Confiamos en los pobres y en los excluidos?

Hoy tendríamos que tener como meta: que nuestros oídos se abran y sean capaces de escuchar el grito doloroso de nuestros hermanos, que podamos percibir los silencios resentidos de nuestros familiares, y las protestas angustiosas de nuestros cercanos. Hemos perdido la capacidad de escuchar lo que sale del corazón del otro. Preferimos estar atentos a las noticias intrascendentes, al estado del tiempo, a las novedades de la política o de los deportes… pero no tenemos tiempo de escucharnos en familia, de percibir los latidos del corazón dolorido, de que llegue hasta nosotros el clamor de los que viven en la miseria. También tenemos necesidad de hablar, no de superficialidades sino de lo que es verdaderamente importante.

Es urgente que alcemos nuestra voz por los que están sufriendo, es necesario que nuestras palabras abran un diálogo con los cercanos, con los tímidos, con los que se esconden… y nosotros necesitamos hablar, para romper hielos, para abrir caminos de reconciliación, para denunciar injusticias… Movamos nuestra lengua endurecida y encallecida por tantos silencios. Abramos nuestros oídos, abramos nuestra boca, abramos nuestro corazón.

2/10/2012

Tenemos necesidad de hablar

¿Has experimentado algún día esa sensación de llegar hasta los extremos y querer taparte los oídos para no escuchar más? ¿Te has sentido decepcionado y has prometido no volver a abrir la boca pues todo parece inútil? Es curioso que en la época de las grandes comunicaciones, de los medios extraordinarios para hablar, para escuchar y para ver al otro, tengamos que admitir que estamos quedándonos sordos y mudos. La soledad es una de las enfermedades más actuales. La incomunicación es uno de los problemas que más nos hacen sufrir. Estamos sordos, mudos y lo más triste es que no percibimos estos problemas. Entonces se agrava mucho más la enfermedad porque no aspiramos a tener curación.

Hoy tendríamos que tener como meta: que nuestros oídos se abran y sean capaces de escuchar el grito doloroso de nuestros hermanos, que podamos percibir los silencios resentidos de nuestros familiares, y las protestas angustiosas de nuestros cercanos. Hemos perdido la capacidad de escuchar lo que sale del corazón del otro. Preferimos estar atentos a las noticias intrascendentes, al estado del tiempo, a las novedades de la política o de los deportes… pero no tenemos tiempo de escucharnos en familia, de percibir los latidos del corazón dolorido, de que llegue hasta nosotros el clamor de los que viven en la miseria. También tenemos necesidad de hablar, no de superficialidades sino de lo que es verdaderamente importante.

Es urgente que alcemos nuestra voz por los que están sufriendo, es necesario que nuestras palabras abran un diálogo con los cercanos, con los tímidos, con los que se esconden… y nosotros necesitamos hablar, para romper hielos, para abrir caminos de reconciliación, para denunciar injusticias… Movamos nuestra lengua endurecida y encallecida por tantos silencios. Abramos nuestros oídos,  nuestra boca, y  nuestro corazón.