11/15/2011

Que el pan sea para todos los hermanos

Las noticias sobre la falta de alimentos son cada vez más frecuentes y más alarmantes. Pero por otra parte vemos en la vida ordinaria las grandes procesiones hacia los centros comerciales, los grandes almacenes que diariamente desperdician toneladas de alimentos, al igual que en la mayoría de los restaurantes. Y así se suceden al mismo tiempo una serie de imágenes de hambre extrema junto a otras de desperdicio y hartazgo.
Bastaría acercarse a los basureros para comprobar las incongruencias de una sociedad desequilibrada y loca: allí aparecen tiradas todas las cosas que unos ya no quieren, a veces sin ni siquiera haberlas estrenado, pero también allí aparecen los pobres y los hambrientos que buscan entre los desperdicios algo que les pueda ser útil. La imagen del niño buscando comida en el bote de basura, es un insulto a la conciencia de toda la humanidad. Nos olvidamos muchísimas veces que el pan compartido es fuente de fraternidad.
No se puede despedir con hambre al hermano, no se puede dar la espalda a quien no tiene que comer… El alimento repartido es signo de amor. En nuestra sociedad estamos acabando con los bienes no renovables y estamos destruyendo la madre naturaleza, pero en beneficio de unos cuantos. No podemos decir que a nosotros no nos toca; no podemos escudarnos en que ningún alimento es suficiente; no podemos tragarnos nosotros solitos lo que es de todos.
Hoy también nosotros tenemos que asumir nuestra responsabilidad, personal y colectiva, para buscar soluciones que lleven alimento para todos. Organizando, compartiendo, sintiéndonos hermanos, se pueden encontrar nuevas soluciones. Es nuestro deber, defender la propuesta de que el pan sea para todos como hermanos.

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