2/26/2012

Pobreza en los países desarrollados

La distribución desigual de la riqueza en los países del Primer Mundo ha aumentado la distancia que separa a las personas ricas de los grupos más desfavorecidos. El crecimiento económico de los países desarrollados ha dado origen a lo que se conoce como Cuarto Mundo, un término que engloba a todas aquellas personas que residen en los países más avanzados, pero se encuentran excluidas o en riesgo de exclusión social. Esta situación se produce cuando la riqueza se distribuye de manera desigual y la línea que separa a ricos de pobres se convierte en abismo.

Como solución, se propone incluir a los grupos más desfavorecidos en el proceso productivo y aumentar las partidas económicas. "Las ayudas nunca son suficientes". El término ´Cuarto Mundo´ fue utilizado por primera vez en los años 70 para designar a aquellas personas que viven en situaciones realmente precarias. "El Cuarto Mundo es un pueblo formado por hombres, mujeres y niños que, generación tras generación, se ven excluidos de los derechos fundamentales de los que goza el resto de la sociedad. Se ven excluidos de los progresos sociales y de la participación en la vida asociativa, política, religiosa, cultural, sindical... de sus sociedades.

No se cuenta con ellos como interlocutores sino, como mucho, como meros beneficiarios de ayudas". ¿Pero cuál es la principal característica de este denominado Cuarto Mundo? Lo más curioso es que surge dentro de lo que se conoce como Primer Mundo. Es en los países más avanzados donde la gran diferencia en el reparto de la riqueza da lugar a dos grandes grupos que ocupan un mismo espacio físico, pero no social. No son casos aislados.

Según datos de Médicos del Mundo, sólo en Europa residen más de 40 millones de personas pobres. "Otro de los paradigmas es Estados Unidos, que tiene una economía puntera, pero también un gran porcentaje de personas pobres que viven por debajo de niveles aceptables. Esto es todavía mucho peor de digerir".

La miseria siempre ha estado presente en nuestra sociedad. Siempre han existido ricos y pobres. Pero es ahora cuando esta diferencia se hace más patente. A medida que la economía del mundo occidental crece, también aumenta el número de personas a las que esta riqueza no llega. Se tiende a pensar que los más pobres viven en los países del Sur. Sorprende reconocer la pobreza al lado de casa, pero la hay. "En todos los países hay pobres, que son los que menos medios tienen para salir adelante".

Combatir la pobreza es uno de los retos de la sociedad en que vivimos. Si no se encuentra una solución, el problema puede hacerse crónico y entrar en una espiral de difícil salida. Es necesario poner sobre la mesa las diferentes situaciones de exclusión social y afrontar cada una de ellas con las mejores herramientas.

Una de las claves podría ser la incorporación de estas personas al proceso productivo o la elaboración de una Ley de Inclusión Social. "El crecimiento económico espectacular generado en los últimos años no ha contribuido a garantizar los derechos humanos ni a mejorar las condiciones de vida de todos los ciudadanos porque el umbral de pobreza no ha descendido".

2/25/2012

El mismo trabajo para más trabajadores

He aquí una de las proclamas que intentan definir salidas a la situación actual:

“Se trata de desconectar el trabajo del ‘derecho a tener derechos’ y, sobre todo, del derecho a lo que es producido y producible sin trabajo, o cada vez con menos trabajo. Se trata de cambiar la sociedad. El problema central no se resolverá a menos que el ‘trabajo’ pierda su lugar central en la imaginación de todos.”  Y esto es precisamente lo que los centros de poder se esfuerzan por impedir, con la ayuda de expertos, funcionarios e ideólogos.

Es necesario definir nuevos derechos y nuevas libertades, nuevas seguridades colectivas, nuevos arreglos del espacio urbano, nuevas normas sociales compatibles con el tiempo elegido y la multi actividad. Una sociedad que desplace la producción del lazo social hacia las relaciones de cooperación, reguladas por la reciprocidad y la mutualidad, y ya no por el mercado y el dinero.

Una sociedad en la cual cada uno pueda medirse con los otros, ganar su estima, demostrar su valor no por su trabajo profesionalizado y por el dinero ganado, sino por una multitud de actividades desplegadas en el espacio público y públicamente reconocidas y valorizadas por otras vías que las monetarias. A esta altura del desarrollo de la humanidad, es necesario disponer de un ingreso que satisfaga las necesidades de manera suficiente y estable.

Pero la necesidad de actuar, de obrar, de medirse con los otros, de ser apreciado por ellos, es una cosa diferente. No deben confundirse necesariamente, aunque toda la historia reciente haya identificado ambas funciones. Parece ser que no hay trabajo si no hay un trabajo encargado, socialmente reconocido y pagado por quien lo contrata; y que no hay ingreso si el mismo no proviene de la remuneración por un trabajo. Con esta identificación, se confunden los diagnósticos y las soluciones: lo que falta no es trabajo, sino la distribución de las riquezas para cuya producción el capital emplea un número cada vez más reducido de trabajadores. Es esa identificación la que debe ser desarmada.

Numerosos autores (de ideologías opuestas) se atreven a adelantar cómo será el futuro. Para algunos, el mundo sin trabajo será el inicio de una nueva era en la que el ser humano quedará liberado de una vida de duros esfuerzos y de tareas mentales repetitivas. Para otros, la pérdida masiva de puestos de trabajo generará desazón social e innumerables disturbios. Pero prácticamente todos coinciden en un punto: entramos en un nuevo período de la historia en el cual los procesos de automatización sustituirán a los seres humanos en la fabricación de productos y el suministro de servicios.

¿Una sociedad sin empleos? Resulta extraño y difícil de imaginar porque afecta la idea que tenemos de cómo organizar a muchas personas en un todo social armónico, y nos vemos enfrentados con la perspectiva de tener que replantearnos las bases mismas del contrato social. Una de las soluciones sería repartir mejor el trabajo y la riqueza. El derecho a un ingreso suficiente y estable ya no tendría que adoptar la forma de un trabajo encargado y pagado. Deberían crearse las condiciones para hacer posibles actividades múltiples, cuya remuneración y rentabilidad no fueran una condición necesaria o un fin.

El tiempo de trabajo dejaría de ser el tiempo socialmente dominante. «Trabajo para todos» es el valor que se pretende inculcar para avanzar hacia una nueva sociedad. Se debe dividir el trabajo socialmente necesario en dos partes: el empleo formal remunerado y el resto del trabajo socialmente útil, y no circunscribir la responsabilidad de toda la sociedad a la producción y el empleo remunerado. La "actividad plena" se dará en el campo de la sociedad y de la cultura, no sólo en el de la economía.

La realidad es que 30 años después, los manifestantes de aquellos tiempos, rondando hoy los 50 años de edad, están en alguna de las dos orillas del mercado: son los ejecutores de una política y de una economía que ha hecho un uso pragmático y despiadado de la tecnología, o son las víctimas silenciosas de un sistema que los ha borrado. En la actualidad se demanda con persistencia el recorte de la semana laboral. Esta demanda es promovida tanto por líderes sindicales como por economistas. La idea es acortarla (sin reducir los salarios), lo que permitiría humanizar la vida de los trabajadores y ampliar el mercado laboral. El mismo trabajo para más trabajadores.

Esta propuesta se suele asociar a ideas de flexibilización en los horarios y a una utilización de los centros de producción a tiempo completo. Hay un efecto interesante en esta opción: el trabajador que debe reducir compulsivamente el tiempo de trabajo redescubre su papel en la familia y suele interesarse en actividades propias del ocio o del estado de no obligación (tareas voluntarias, creaciones personales, participación en organizaciones no gubernamentales, etc.). De alguna manera, este tiempo ocioso está generando verdaderos "trabajos" que responden a la necesidad de personalizarse de los individuos y les da la posibilidad de generar algo propio más allá de las exigencias externas de un mercado que se las ha ingeniado para robarles hasta la creatividad y las ideas para ponerlas al servicio de sus intereses.

Si los estados socialmente benefactores del pasado han desaparecido del escenario, alentando el protagonismo de una economía de mercado, es hora de que adquieran un nuevo protagonismo. Es cierto que un sector de la población puede alternar sus actividades obligatorias con las opciones voluntarias, pero para muchos las acciones voluntarias serán la única posibilidad. Es necesario que los gobiernos piensen en establecer salarios sociales, como alternativas de pago y beneficios de asistencia pública a los desempleados permanentes dispuestos a ser reeducados o dispuestos a emplearse en el servicio a la comunidad. Estas ayudas sociales dejan de ser dádivas para convertirse en derechos sociales, que redundarán en beneficio de la comunidad.

Por supuesto que exigen un tipo de gobierno dispuesto a administrar adecuadamente los recursos provenientes de una prolija recaudación impositiva sobre las verdaderas riquezas y las verdaderas ganancias. Los mismos gobiernos pueden pensar en reducir los costos del trabajo, asegurando con su eficiente intervención los beneficios sociales que todo trabajador necesita. Es cierto que se le han transferido al empleador algunas obligaciones que un reconstituido y racionalizado estado de bienestar debería asegurar por sí mismo a todos. De esta manera algunos costos laborales se achicarían en la misma proporción en que las riquezas productivas tributarían al Estado.

Una administración desburocratizada, eficiente, honesta y equitativa atendería a las verdaderas demandas sociales. Nadie piensa que la actual situación del trabajo pueda dejar ajenos e insensibles a los gobiernos que, más allá de la globalización, deben recuperar la iniciativa, después de un shock económico aplastante y una actitud muy pasiva. ¿Qué trabajo contribuye a la personalización?

¿El trabajo asalariado o remunerado de otro modo? El ingreso necesario para la subsistencia y el consumo, ¿podría asegurarse independientemente del trabajo? ¿Puede pensarse el trabajo como algo no necesario? La falta de empleo no provoca sólo miseria sino otra calamidad social y existencial: la ausencia de una relación creativa con la Naturaleza. El trabajo debe ser visto, sobre todo, como una cuestión de expresión del hombre que, más allá de su natural dependencia, es un creador que establece con obras su presencia en el mundo.

Finalmente, se debe reconocer que tal vez estamos lejos de este concepto de trabajo, pero no es menos cierto que este "ideal" asoma a través de diversos síntomas: nuestra economía se ha convertido en una economía del derroche en la que las cosas han de ser devoradas y descartadas casi tan rápidamente como aparecen en el mundo, para que el propio proceso no termine en repentina catástrofe. Este consumo obsesivo y desmesurado multiplica geométricamente los excluidos en proporción inversa al beneficio que otorga a los incluidos. Tal vez los que disfrutan del banquete deberían pensar en racionalizar sus goces para no sucumbir en un mundo invadido por productos y artefactos que provoca la muerte de muchos otros.

2/23/2012

La importancia de lo material

¿Cuánta importancia damos a los logros materiales? Es una buena pregunta para meditar, porque, de acuerdo a lo que se puede ver, la familia ha pasado rápidamente a un segundo plano y todo se ha convertido en un producir para ganar más: más poder, más riqueza material. No es difícil caer en la tentación de atesorar para el futuro, no es difícil el definir como política de vida el alcanzar todo aquello que queramos, no es difícil excusar todo en una frase gastada por lo usada: “no lo quiero para mí, sino, para dar a los míos lo mejor”; pero, aquellos a quienes llamamos “los míos”, realmente querrán lo material o querrán recibir afecto, contar con uno cuando lo necesitan, saber que uno está dispuesto a darse a ellos.

La sociedad nos lleva hacia la opción triunfalista, nos convierte en seres mecanicistas, en trabajó licos, en “entes productivos”, pero, en nuestro interior ¿qué nos deja?. El vacío de no saber cómo entregarse, de no poder dar amor, es inmenso, el convertir el amor y el dar en un acto reflejo de entregar bienes materiales y buscar así demostrar lo que sentimos, es algo que nos va convirtiendo día a día en proveedores y nos aleja de nuestro origen.

Cuando nos toca tratar con otras personas, ya sea en conversaciones sociales o de trabajo, y esa persona tiene su mirada sobre diferentes objetos y no nos mira, ó simplemente se distrae ante cualesquier ruido o movimiento, ¿cómo nos sentimos?; cuando frente a nosotros hay una persona que nos mira a los ojos y demuestra interés en lo que se está conversando, la impresión de ella ¿no es acaso la de alguien con quien es muy grato tratar?.

Cuando conversemos con una persona lo tenemos que hacer sentir que para nosotros no hay nada, ni nadie más, que él o ella, que es lo más importante. Esta actitud es la que, pienso, debemos tener todos; una actitud de escucha, de apertura, de intentar entronizar el problema que se nos plantea, para luego, intentar entregar una propuesta de solución; hay veces que ni siquiera se espera una respuesta, sino que, basta con escuchar atentamente a la persona y ella por si misma descubrirá la respuesta que subyacía en su interior.

¿En nuestra vida, qué debemos aspirar a dar y que aspiramos a recibir?, ¿vamos tras los logros materiales?,
“las riquezas materiales que acumulas hoy, no las podrás llevar contigo cuando mueras”, y creo que, en nuestra sociedad cada día se hace más necesario vivir y acumular las riquezas que permanecen con nosotros aún después de nuestra muerte, esa riqueza que nosotros no podemos medir, pero, que quienes nos rodean sí. Vivir en constante entrega a los demás, preocuparse de lograr el bien del otro, estar abierto a las necesidades de quienes nos rodean, y principalmente en quienes nos causan o han causado algún mal, perdonar a quienes nos hacen daño, en resumen: amar a nuestro prójimo.   Durante  años, se ha tratado el tema de la justicia social y se le han dado tantas interpretaciones que se ha terminado por prostituir el término y convertirlo en una consigna política, todas las ideologías la presentan de acuerdo a su conveniencia, unos hablan de lucha de clases, otros de reivindicación social, de humanismo, etc…, de acuerdo al momento es el nombre que se le da, pero, no pasan de quedar en consignas o promesas. El verdadero cambio que haga posible la justicia social, debe venir desde dentro, de nosotros mismos, de un convencimiento profundo de la necesidad de equidad, si no creemos en la necesidad del cambio éste nunca se producirá.

Hoy en día, muchos no somos capaces de conmovernos frente a la necesidad. Frente a todo lo antes expuesto, cabe preguntarse ¿podemos aspirar a un trato justo y digno?, no sería mejor empezar analizándonos y ver que hacemos nosotros por los demás. Acumulemos riquezas que podamos llevar con nosotros al morir y no nos preocupemos tanto de las que quedarán acá y serán “presa de la polilla”. No permitamos que las cosas pasajeras emboten nuestra vida, de tal forma que nos dejen con la mirada puesta en la tierra y con el corazón vacío del amor, que debe guiar al hombre tanto en sus obras como en sus palabras. Ojalá y no tengamos los ojos cerrados, ni el corazón endurecido tanto para comprender como para aceptar el amor, y el perdón.

Hay que tener un poco de fe.. y Esperanza

2/22/2012

Todos unidos contra el racismo

Aquello que denominamos «estrategia del odio» es sin duda el principal objetivo sobre el que consideramos es preciso actuar. Se trata no tanto de difundir un mensaje bienaventurado y amable sobre las dichas de la tolerancia sino de denunciar el proceso por el que las sociedades son cada vez más débiles ante las actitudes xenófobas y discriminatorias. Nuestra experiencia nos indica que no es suficiente con difundir sentimientos de respeto y consideración hacia la diferencia cuando cada uno de nosotros se ve expuesto, diariamente, a discursos mucho más elaborados y agresivos, que cuestionan el fundamento mismo de la convivencia ciudadana.

No consideramos a los seres humanos en su individualidad. Estamos acostumbrados a incluir a las personas en comunidades cerradas y muy definidas. Esto, que en sí es una capacidad humana, nos puede llevar a olvidar que los grupos lo forman personas individuales y a partir de ese olvido desencadenar la estrategia del odio.

El individuo es obligado así a disponer de unas características, de un reclamo, de una etiqueta que lo define y limita, que lo nombra y localiza, que lo compromete y ahoga. La comunidad así creada es uniforme, sin contradicciones. La pureza se convierte en una obsesión y cuanto más puro, menos «contaminado», más respeto merece.

Comprometido en la reivindicación de lo propio como único y superior, el individuo se ve condenado al enfrentamiento con lo diferente en vez de asumir su propia e íntima diversidad. Las comunidades se enfrentan así, cada una convencida de su razón, en una dialéctica infernal en la que el objetivo final sólo parece ser la supervivencia de los grupos más fuertes, de los más astutos, de los más poderosos.

El distinto, el extranjero, el foráneo, el raro, el diferente es sometido a un progresivo proceso de deshumanización. El otro no sólo es diferente sino que hay algo que no va bien en el otro. Comienza así un proceso de difamación con la creación de falsas imágenes sobre el «diferente» que van calando en el subconsciente social, en cada uno de nosotros que vamos asumiendo los tópicos, los estereotipos, referidos a lo que nos es extraño, a lo que nos es desconocido y por tanto a lo que nos da miedo.

Una vez que la población, que consideramos y se considera, normal, ha interiorizado la falta o la menor humanidad del «otro», es decir su inferioridad, dar el siguiente paso de la «estrategia del odio» es fácil. Los «otros» no sólo son inhumanos sino que además suponen una amenaza. El distinto vive convertido en un blanco estático, en el punto de mira del grupo de normales. En el punto de mira, y esto es básico, no sólo de los iniciadores de la estrategia del odio sino de personas comunes, frecuentemente las más desprotegidas y especialmente en momentos de crisis.

Cualquier persona puede caer en la estrategia del odio, personas sin empleo, padres preocupados por sus hijos, pequeños comerciantes asustados por la delincuencia, etc., pueden unirse a la agresión y la discriminación. El odio entre "comunidades" y el inevitable enfrentamiento, responden a problemáticas muy complejas. Sin embargo, nos atrevemos a apuntar que quizás un camino cierto para combatir la estrategia del odio esté en el descubrimiento de la diversidad como núcleo de la convivencia social. Sólo individuos libres, conscientes de su complejidad y de su propia e íntima diferencia, distintos a sí mismos y a los demás, pueden acordar convivir en tolerancia.

Creemos que no debemos caer en las generalizaciones ni siquiera cuando son positivos del estilo "los emigrantes son mis amigos". Esto lleva a que si un día te agrede un "emigrante", se caiga el anterior planteamiento simplista, y lo peor, quizás te lleve al otro falso extremo: "los emigrantes son delincuentes", que es el perfecto caldo de cultivo para la estrategia del odio. En definitiva, somos iguales, somos diferentes, somos personas.

Por ello debemos comprometernos en el antirracismo, en la lucha por la igualdad y la tolerancia, no sólo por apoyar a los más desfavorecidos o discriminados, sino porque la alternativa de los que odian la diversidad humana, de los intolerantes, nos destruye también a cada uno y cada una de nosotros.

No terminamos de ver con claridad, vemos a los demás como si fueran árboles que caminan. No terminamos de ver personas. Y me atrevería a decir más, no vemos semejantes. Vemos a moros, vemos a negros, vemos a peruanos, vemos a ecuatorianos, vemos a gitanos... y no vemos a las personas como nosotros que hay detrás de su procedencia. ¿Tanto nos cuesta ver personas en los demás? Personas que, como nosotros, tienen necesidad de ser felices, de trabajar y ganarse el pan, de...

También lloran. También sangran. También ríen. También aman. También odian. También...
También necesitan, como nosotros, ver a nuestro semejante, no como un árbol que anda, sino como un HOMBRE. Los árboles no van a ninguna parte, del mismo modo, muchos hombres caminan pero tampoco van a ninguna parte, son como árboles, no tienen esperanza, no tienen amor, .....

2/20/2012

El drama de los desempleados

Ahora sabemos, el interés tozudo de prohibir fumar, limitar la velocidad, cambiar los neumáticos, las bombillas de bajo consumo…había que hablar de esto y no de la incompetencia de los políticos para resolver la economía nacional.

No hay mayor angustia que vivir sin un trabajo remunerado, cuando quien lo sufre carece de otras posibilidades para subsistir y para atender a su familia. Quienes carecen de trabajo, constantemente expresan sus angustias por la falta de un trabajo digno y bien remunerado.

Los desempleados hacen una llamada a la sociedad para que comprenda que el trabajo no es simplemente una maldición bíblica, sino un derecho esencial del cual no se debe privar a hombres y mujeres, sin causar un grave daño que tiene repercusiones en su conducta moral y hasta en su aprecio a la vida.

En su conducta moral, porque quien carece de lo elemental para la satisfacción de sus necesidades vitales, frecuentemente toma el peligroso camino de la delincuencia para procurar, al menos, alimento. Y luego se despeña hacia un precipicio en el cual el delito alcanza proporciones mayores y hasta llega a los más terribles estados de violencia.

Pero también, la desesperación suele llevar a los desempleados hacia otro recurso tremendo, el de atentar contra su propia vida, decidiendo cometer suicidio. En buena parte, la delincuencia tiene orígenes en la pobreza total, en la falta de de un recurso para sostener la existencia y luego de estos orígenes, muchos que han delinquido en infracciones leves acaban cometiendo verdaderos crímenes.

La falta de empleo no es un problema reciente, sino que se viene dando hace muchos años. Este problema ha generado diversas actitudes en la población que ve como principal solución a este problema a la emigración. Existen grupos especialmente afectados por el desempleo. En primer lugar, el probablemente el grupo más afectado sea el de los jóvenes quienes exhiben tasas de desempleo muy preocupantes. Uno de sus probables determinantes es que los jóvenes cuentan con menor experiencia laboral, lo cual reduce sus probabilidades de inserción en el mercado de trabajo.

El dramático proceso de destrucción de empleo, nos han llevado a unas desoladoras cifras sobre el paro, que está sufriendo la sociedad española desde que estallo la burbuja inmobiliaria y la crisis financiera internacional. Con una tasa de paro Que pasa de los cinco millones de desempleados, España estará abocada a formar parte del tercer mundo, de los menos desarrollados. Y así mientras muchos jóvenes con alta calificación son expulsados del mercado laboral, otros sin estudios son excluidos y marginados de la sociedad, no quedando otra opción que volver a optar por la emigración como única vía de escape para buscar el trabajo que en España ya es imposible encontrar.

Pero lo más grave es que el número de desempleados que no cobran prestación de desempleo crece al mismo ritmo que aumentan el número de parados sin cobertura. ¿Qué va a hacer entonces el Gobierno? ¿Cómo sobrevivirán esas familias que carecen de ingresos?. O nos ponemos las pilas o algo muy grave puede suceder. 

Si el talento se va, y los jóvenes sin formación se ven abocados a vivir de la ayuda de los padres, se creará un problema social y económico de grandes proporciones que es urgente corregir.  El estrés producido por una situación prolongada de desempleo, puede tener graves consecuencias sobre la salud física y mental de las personas, por ello es acuciante diseñar planes preventivos de protección social y laboral, destinadas a la población en riesgo de sufrir esta situación. La realidad social es que la forma de entender la vida, solo es aceptable cuando se potencia el crecimiento individual y egoísta, y todos pasamos cuando los conflictos de índole social, no nos afectan, olvidándonos que un día nos puede tocar a nosotros.

Triste que nos olvidemos de considerar el trabajo como un bien colectivo, pues ello contribuiría a dar la estabilidad la seguridad y la paz, no solo a las familias sino también a la sociedad en que vivimos. Es un problema cuya resolución implica poner todos los medios y esfuerzos para erradicarlo.

2/18/2012

QUE ES, EN REALIDAD, SER LIBRES ?

Un hombre sin familia por la que trabajar, sin patria en la que hundir sus raíces, sin fe que le conforme, sin deberes que le obliguen, sin norma moral que le sujete, sin una verdad objetiva a la que atenerse, sin un amor al que entregarse, sin esperanza por la que luchar, un hombre así, tan suelto de todo, ¿sería un hombre libre? No. No lo sería. No sería ni siquiera un verdadero hombre. Sería apenas una especie de cosa sin ninguna humanidad y, desde luego, si hubiera algún hombre en tales condiciones, su vida sería un verdadero infierno, un vacío tan espantoso que sólo un estado de inconsciencia podría hacer apenas soportable.

Un hombre así sería lo más parecido a un animal, obligado por su misma vaciedad a asirse a las cosas más elementales para tener algún contacto con la realidad, evitando a todo trance adquirir conciencia de una vida sin contenido, sin finalidad y sin sentido. La libertad no se define por la ausencia de todo vínculo, de toda ligadura. No es simplemente una palabra. Es una realidad existente en un mundo de realidades, de otras realidades de las que no puede prescindir, ni independizarse, porque ellas también son, y ellas también cuentan.

La libertad del hombre tiene un origen que la configura, un objeto al que aplicarse, una finalidad que le da sentido. Prescindir de tales elementos equivale a negarla o a destruirla. Y ser libre no es tampoco ser todopoderoso, hacer todo lo que uno quiere. Uno no puede, aunque quiera, hacer cuanto le pueda apetecer, pero no por eso deja de ser un hombre libre. Siendo, como es, el hombre un ser limitado, ¿cómo podría ser ilimitada la libertad?

Por eso, toda limitación, cualquier limitación, no tiene por qué ser un insulto a la libertad. Por otra parte, libertad no equivale propiamente a independencia. El hombre es libre, pero no es independiente. Necesita de muchas cosas, de otras personas, para vivir, incluso para subsistir. Es un ser real hecho de una forma determinada, y no puede prescindir de ello a no ser que deje de ser hombre, y además hay otros hombres que también son libres y tienen derecho a que su libertad sea respetada.

La convivencia implica siempre renuncias. Lo malo de la palabra libertad es que es una palabra ambigua, al menos en cierto sentido. Si no hay una conformidad en el contenido y alcance del concepto, toda conversación queda en un diálogo entre sordos, y me temo que al hablar de libertad cada uno la entiende a su modo. Pero de todos estos modos, ¿cuál es el que de verdad responde a lo que auténticamente es la libertad?

Si ser libre no significa ser todopoderoso, ni tampoco independiente (en el sentido más radical), entonces ser libre es compatible con la limitación y la dependencia. Más aún: la limitación y la dependencia son connaturales al hombre por el mero hecho de serlo. No está el problema en darnos o rehusarnos, se trata tan sólo de saber a quién nos damos». Ahora bien: si todo hombre está vinculado a algo, o a alguien, la calidad de la libertad depende de la calidad del vínculo que, al atarle, da la referencia de la elección que el hombre hace. Y ello es así porque la libertad se ejercita en la elección entre dos o más posibilidades por una de las cuales debe decidirse la voluntad, pues no puede estar en suspenso indefinidamente.

Pero no es la voluntad, ni la libertad, la que conoce entre dos o más posibilidades, sino la razón. La razón es tan fundamental para que la libertad pueda darse que no hay libertad propiamente dicha sino en los seres racionales. No se dice que un irracional, una planta o una piedra, sean seres libres, aunque un perro pueda ir a una parte u otra, o una planta crezca libremente.

La elección supone ponderación, reflexión, consideración, valoración de las posibilidades entre las que elegir. Cuando no hay esto, cuando el pensamiento está ausente, entonces no hay libertad: se trata entonces de apetencia, capricho, instinto, arbitrariedad, impulso, algo que no es racional ni razonable, algo que no es del todo humano.

Hoy el hombre, y una parte de la juventud en concreto, han destruido las murallas que le defendían y aseguraban su integridad frente a las fuerzas destructoras. Ha destruido los «mitos», ha terminado con los «tabú». Y en realidad lo que ha destruido, lo que ha aniquilado, es la verdad en nombre de la libertad, y para ser «libre» la ha sustituido por ilusiones, sueños, optimistas visiones del porvenir, teorías tan brillantes como carentes de fundamento.

¿Con qué resultado? ¿Has dicho una mentira o has hecho algo que no debías? ¡Pienso que todos nosotros hemos hecho algo más un tiempo u otro! ¿Has dicho una mentira para cubrir algo mal que hiciste u otra mentira? ¿Y después, has tratado otra mentira sobre de la segunda? Si lo has hecho, sabes que tan atrapado te puede hacer sentir, como que no puedes ser libre de la mentira. ¿Has visto que cuando empiezas de decir una mentira, se hace más fácil contar otra mentira? La manera que puedes ser libre de la mentira es decir la verdad. Esto se oye fácil ahora, pero cuando estas atrapado en una mentira, decir la verdad se siente como la cosa más difícil de todo el mundo.

2/16/2012

PARA QUE SUFRIR Y PORQUE?

El sufrimiento humano es un misterio, un misterio para el cual no hay una respuesta como la que esperamos. En cuanto aparecen los primeros síntomas de sufrimiento, la tendencia inicial es de oposición y viene entonces una pregunta que nunca falta: ¿Por qué? ¿Por qué a mí? Y esta pregunta no tiene respuesta, al menos en un primer momento cuando miramos el sufrimiento desde el ángulo meramente humano.

El misterio del sufrimiento es un proceso. Luego de esa oposición y cuestionamientos iníciales viene un momento de impotencia. Qué difícil es comprender y aceptar así el misterio del sufrimiento humano! Especialmente si día tras día nos están proponiendo que no hay que sufrir.

Bueno, es natural que todos tengamos un miedo racional al dolor, pero hay quien se angustia y sufre por males que aún no le han llegado. La nueva cultura, buscando que estemos mejor y más confortables, nos ha hecho más débiles y menos resistentes al dolor. Las nuevas generaciones fácilmente desisten de sus propósitos porque conllevan riesgos, sacrificios, perseverancia y dolor.

Los modernos sicólogos ponen a la persona como el único referente de todas las cosas y todo debe encaminarse a su felicidad. De tal forma que si hay algo que no le guste o que lo haga sufrir, debe dejarlo a un lado, ignorarlo o destruirlo.

2/15/2012

Jovenes, no tengais miedo al mundo

La situación de los jóvenes preocupa, pues la esperanza que ponemos en ellos se ensombrece. Se les ve más como problema que como solución. No se sabe qué hacer con ellos. Hay desconcierto en las familias, en los barrios y en las escuelas. Se les teme, sobre todo cuando se organizan en grupos. Quieren hacerse notar, demostrar que son alguien, que son capaces, aunque para ello utilicen formas extravagantes, que nos chocan. Líderes políticos abordan el caso y ofrecen alternativas, pero no sabemos si es sólo propaganda con intereses electorales.

Los jóvenes son una fuerza muy importante, una gracia, una energía y una vitalidad, que, bien orientada, trae grandes beneficios a todos, a su familia, a la sociedad. Lo único que necesitan es ser comprendidos, escuchados, valorados y lanzados a servicios creativos, a iniciativas de solidaridad social. Cuando ellos se sienten útiles y aportan algo bueno a la comunidad, le encuentran sentido a su vida y dejan de ser una amenaza social.

Los jóvenes, deben estar cerca de los menos favorecidos, para poder compartir la vida con los demás, y no pasar de largo ante el sufrimiento humano, para que entreguen lo mejor de ellos mismos: la capacidad de amar y de compadecer. Sufrir con el otro, por los otros, sufrir por amor de la verdad y de la justicia; sufrir a causa del amor y con el fin de convertirse en una persona que ama realmente, son elementos fundamentales de la humanidad, cuya pérdida destruiría al hombre mismo.

Vuestra atención desinteresada a los enfermos y postergados, siempre será un testimonio humilde y callado del rostro compasivo. Que ninguna adversidad os paralice. No tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra debilidad. Ser compañeros de viaje y servidores de los hombres.

Joven: ¿Quieres que tu vida tenga sentido? ¿Quieres ser alguien que en verdad vale? ¿Deseas ya no sentirte infravalorado, menospreciado, rechazado y temido? ¿Has sentido algo así como asco o vergüenza de ti mismo, y hasta deseos de no vivir?

Sigue el camino del bien: Ama, sirve, ayuda, preocúpate por enfermos, ancianos, presos, emigrantes, y por quien sufre. Propón a tus amigos y compañeros iniciativas de solidaridad y servicio comunitario, campañas de limpieza ambiental y forestación, diversas formas de voluntariado. Observa en tu comunidad quiénes están más desprotegidos e inventa algo en su favor. Empieza por ayudar en los quehaceres diarios de tu hogar. Verás que no sólo te aprecian, que recibes cariño y reconocimiento, sino que le encuentras un nuevo sabor a tu existencia; te sientes feliz por hacer felices a otros, por hacerles sentir que no están solos. Tu vida tiene sentido y color. Eres alguien y vales mucho, a los ojos de los demás y de ti mismo. Inténtalo.

2/13/2012

El clamor de los pobres de la tierra

 Si queremos hacer una defensa lúcida de los pobres, buscando y promoviendo soluciones realistas y viables, no podemos caer en actitudes demagógicas y retóricas, fomentando el victimismo de los pueblos más débiles, ignorando sus posibilidades y sus responsabilidades pasadas y presentes, sin despertar la propia conciencia del potencial económico y humano que se encierra en todas las razas y culturas, colaborando pero nunca suplantando con un imperialismo de nuevo cuño el protagonismo de los pueblos ante la historia, especialmente mirando al futuro.

Las injusticias flagrantes y generalizadas de la época del colonialismo han desaparecido en su mayor parte, no obstante "es necesario denunciar la existencia de unos mecanismos económicos, financieros y sociales" que "maniobrados por los países más desarrollados de modo directo o indirecto, favorecen a causa de su mismo funcionamiento los intereses de los que los maniobran, y que terminan por sofocar o condicionar las economías de los países menos desarrollados”.

El comercio internacional e intercontinental, cada vez más interdependiente, está sometido a unos mecanismos financieros y tecnológicos que favorecen a los países y las empresas más poderosas ,perjudican y condicionan a los más débiles, ocasionando un desequilibrio mundial entre el Norte y el Sur, entre los ricos y los pobres, o mejor dicho entre los opulentos y los hambrientos. Así, pues, el comercio internacional está desequilibrado por causa de la relación de intercambio entre las materias primas proporcionadas por el Tercer Mundo, con precios a bajo coste fijados por el Primer Mundo, mientras que aquéllos deben comprar a éstos a precios cada vez más altos los productos manufacturados que necesitan importar de los países industrializados.

El comercio internacional ahonda el desequilibrio Norte-Sur Esta realidad no puede considerarse al margen de una circunstancia de graves consecuencias no sólo económicas, sino también éticas y morales, a las que la conciencia cristiana no puede permanecer ajena. Los cristianos no podemos cerrar los ojos ante las nuevas situaciones de pobreza. Es necesario instaurar un orden de justicia social, a fin de que la lucha contra la pobreza no quede reducida a un mero alivio de los efectos generados por un sistema económico regido exclusivamente por la ley del libre mercado, puesto al servicio del aumento de beneficios económicos a cualquier precio.

En esta sociedad, que se ha instalado tranquilamente en la injusticia, mientras una parte de la población vive en la mayor abundancia y el despilfarro, los sectores más desvalidos quedan sumergidos en la pobreza, la indigencia y la marginación, llegando a los casos más extremos. Cuando no existe una Política Social adecuada y suficiente, también produce muchas y graves injusticias que no podemos silenciar y que debemos tratar de remediar a corto, medio y largo plazo, según los casos y las circunstancias.

El cristiano y la Iglesia tenemos en ello una responsabilidad irrenunciable, aunque ello pueda ser difícil, laborioso, impopular y hasta comprometido en muchos casos. El paro forzoso es una de las lacras más graves de nuestra sociedad, ya que impide al hombre el derecho fundamental al trabajo, como desarrollo de su personalidad y como el medio normal de ganar lo necesario para vivir dignamente tanto él como su familia.

Por lo mismo, es probablemente la causa más importante y decisiva en la génesis de la pobreza. Además, empuja a las personas en la pendiente resbaladiza de la angustia, la depresión, al alcoholismo, el juego, la droga, la prostitución, la delincuencia, la marginación y, en ocasiones, hasta el suicidio. Un sistema económico que llega a convivir establemente y hasta transigir culpablemente con el cáncer del paro masivo y obligatorio, es un sistema gravemente enfermo que es necesario corregir y curar, buscando con empeño los remedios que sean necesarios.

Hablando de "Amigos"

A nuestro mundo tan saturado de violencia, de odios, y de dudas; a personas tan sumidas en la angustia por la vida y en la pérdida de su sentido, sonarán como cañonazos explosivos las frases: No odies a tu hermano ni en lo secreto de tu corazón… no te vengues ni guardes rencor… ama a tu prójimo como a ti mismo. Pero si no nos amamos nosotros, ¿cómo vamos a amar a los demás?

El amor al prójimo está basado en el amor a nosotros mismos, pero necesitamos reconocer la propia dignidad. Y no se trata de falsos orgullos, sino de poner los cimientos de nuestro verdadero valor.

Quien se pudre por dentro para que no lo trague el prójimo, para no amar al prójimo, se queda lejos del hermano pero acaba podrido para toda la vida. El otro no puede ser “enemigo”, es un ser humano, alguien que sufre y goza, que busca y espera.

Estamos llamados a realizar cosas extraordinarias, como es extraordinario el perdón, el amor sin condiciones, y la apertura a los diferentes. No se trata de utilizar palabras dulzonas ni de hacer ostentación de sentimientos, sino un comportamiento solícito por el otro.

Amar al prójimo significa hacerle bien pero también exige aceptarlo, respetarlo y descubrir lo que hay en él.

El mal, a pesar de las apariencias, siempre será débil. El odio brota del miedo y se siente amenazado. La ofensa tiene necesidad de la venganza. En cambio el amor es la única fuerza capaz de cortar de raíz la violencia. Es urgente un “¡ya basta!” a la violencia y aceptar la propuesta de la no violencia.

El ser humano es vencedor no cuando logra posesionarse de las armas del enemigo, sino cuando dejando las propias armas, lo convierte en amigo. La debilidad del amor es la única fuerza capaz de desarmar el mal. El cambio debe comenzar en nosotros…. Los demás no lo harán.






2/12/2012

Discriminaciones

Si miramos nuestra sociedad no estamos muy lejos de las discriminaciones. Es común en nuestras “civilizadas sociedades” el rechazo a los que son pobres, a los que no tuvieron la oportunidad de estudiar, a los emigrantes, a los enfermos de sida, discapacitados. Se aísla y se descarta al que es diferente, al que no piensa como nosotros. ¡Cuántos rechazados por su forma de entender la vida! ¡Cuántas personas que son señaladas por sus opiniones diferentes!

¿Qué podemos hacer para borrar las barreras de la discriminación y las fronteras que destruyen la hermandad? ¿Confiamos en los pobres y en los excluidos?

Hoy tendríamos que tener como meta: que nuestros oídos se abran y sean capaces de escuchar el grito doloroso de nuestros hermanos, que podamos percibir los silencios resentidos de nuestros familiares, y las protestas angustiosas de nuestros cercanos. Hemos perdido la capacidad de escuchar lo que sale del corazón del otro. Preferimos estar atentos a las noticias intrascendentes, al estado del tiempo, a las novedades de la política o de los deportes… pero no tenemos tiempo de escucharnos en familia, de percibir los latidos del corazón dolorido, de que llegue hasta nosotros el clamor de los que viven en la miseria. También tenemos necesidad de hablar, no de superficialidades sino de lo que es verdaderamente importante.

Es urgente que alcemos nuestra voz por los que están sufriendo, es necesario que nuestras palabras abran un diálogo con los cercanos, con los tímidos, con los que se esconden… y nosotros necesitamos hablar, para romper hielos, para abrir caminos de reconciliación, para denunciar injusticias… Movamos nuestra lengua endurecida y encallecida por tantos silencios. Abramos nuestros oídos, abramos nuestra boca, abramos nuestro corazón.

2/10/2012

Tenemos necesidad de hablar

¿Has experimentado algún día esa sensación de llegar hasta los extremos y querer taparte los oídos para no escuchar más? ¿Te has sentido decepcionado y has prometido no volver a abrir la boca pues todo parece inútil? Es curioso que en la época de las grandes comunicaciones, de los medios extraordinarios para hablar, para escuchar y para ver al otro, tengamos que admitir que estamos quedándonos sordos y mudos. La soledad es una de las enfermedades más actuales. La incomunicación es uno de los problemas que más nos hacen sufrir. Estamos sordos, mudos y lo más triste es que no percibimos estos problemas. Entonces se agrava mucho más la enfermedad porque no aspiramos a tener curación.

Hoy tendríamos que tener como meta: que nuestros oídos se abran y sean capaces de escuchar el grito doloroso de nuestros hermanos, que podamos percibir los silencios resentidos de nuestros familiares, y las protestas angustiosas de nuestros cercanos. Hemos perdido la capacidad de escuchar lo que sale del corazón del otro. Preferimos estar atentos a las noticias intrascendentes, al estado del tiempo, a las novedades de la política o de los deportes… pero no tenemos tiempo de escucharnos en familia, de percibir los latidos del corazón dolorido, de que llegue hasta nosotros el clamor de los que viven en la miseria. También tenemos necesidad de hablar, no de superficialidades sino de lo que es verdaderamente importante.

Es urgente que alcemos nuestra voz por los que están sufriendo, es necesario que nuestras palabras abran un diálogo con los cercanos, con los tímidos, con los que se esconden… y nosotros necesitamos hablar, para romper hielos, para abrir caminos de reconciliación, para denunciar injusticias… Movamos nuestra lengua endurecida y encallecida por tantos silencios. Abramos nuestros oídos,  nuestra boca, y  nuestro corazón.

2/09/2012

Las desigualdades siguen creciendo

Nuestro único enemigo debe ser: La pobreza y el desempleo Al parecer, el problema no tiene solución. Se trata de los dos vicios más grandes de nuestros tiempos, “Los dos vicios más resaltantes del mundo económico en el que vivimos son, primero, el pleno empleo que no se encuentra asegurado y; segundo, la repartición de la riqueza y de las remuneraciones que es arbitraria y sin equidad.”

¡La riqueza combinada de 225 personas iguala a los ingresos anuales de casi la mitad de la población mundial! Paralelamente a esta vergüenza, otra más. “En el Tercer Mundo, cada tres segundos, un niño muere de hambre.” “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.”

¿Estos dos males de sociedad no tienen solución?
En tiempos de crisis, los jefes de Estado se dedican a “salvar la economía” que no es otra cosa que salvar a los grandes accionistas de las empresas. Precisamente a aquellos que, en sus “excesos”, generan dichas crisis. Y los remedios son los mismos. “Un número creciente de empleadores, con la esperanza de evitar o limitar los despidos, están introduciendo semanas de cuatro días de trabajo, vacaciones no pagadas y permisos voluntarios o forzados, junto con el congelamiento de salarios, recortes en la pensión y horarios de trabajo flexible,”

En definitiva, salvar la economía es ajustar aún más los ingresos de los trabajadores para que los accionistas sigan acumulando ganancias. En tiempos de bonanza, los jefes de Estado se dedican a alabar las “proezas” de los empresarios con la consabida frase: “¡La economía va muy bien!” Es decir, los accionistas van muy bien. ¿Y los trabajadores, aquellos precisamente que crean las riquezas? Son ellos precisamente los que, ante tales frases de elogio, se lanzan entusiastamente a aplaudir.

¡Que la economía continúe creciendo! piensan los pobladores. Porque por ese camino, el maldito desempleo desaparecerá y con él, la pobreza que nos corroe todos los días. Los medios de comunicación y los intelectuales de cada país no hacen más que seguir la música. Algunos transmiten el mensaje con mucho ardor mientras que otros, completamente perplejos, no hacen más que aceptar lo que se muestra como un hecho imparable: la economía va muy bien, ¿por qué entonces criticar la acción gubernamental? Y sin embargo, los años pasan y el desempleo y la pobreza continúa destruyendo nuestras esperanzas.

Las personas sienten cotidianamente que las desigualdades crecen, el desaliento de la población aumenta, a tal punto que la mayoría no tiene ningún interés en participar en los juegos electorales, porque cada vez son engañados con promesas que nunca se cumplen. La juventud hace sentir sus protestas en mil y una formas. Ellos no creen más en el futuro. A todos ellos ya solo el presente les interesa. Los científicos de la teoría económica, en lugar de ubicar las causas del mal, se han orientado a resolver los problemas de los que tienen más para que tengan más, sin importarles de aquellos que, cada día, tienen menos y viven mal.

¿Qué hacer entonces? De lo que se trata, en resumen, es de dar respuesta a las preguntas: ¿es posible eliminar la pobreza y el desempleo? ¿Es posible desarrollar una economía que brinde igualdad de oportunidades a todos? ¿El bienestar general es compatible con el desarrollo individual?

2/08/2012

Vivir pidiendo perdon

Una de las formas más devastadoras para anular nuestra personalidad es andar por la vida pidiendo perdón a cada momento.

Perdón porque nos equivocamos, perdón porque no somos lo que los demás quieren, perdón por amar, perdón por llorar, perdón por estar con exceso de peso, perdón por cuidarnos, perdón por el perdón mismo.

Cuando vivimos nuestra vida con el perdón en la boca, lo único que estamos haciendo es tener una excusa a flor de piel; una justificación por lo que no alcanzamos, y nos quedamos carentes de poder personal; porque no asumimos nuestro compromiso con la vida que tenemos.

¿Por qué pedir perdón sólo por pensar diferente? ¿Por qué pedir perdón por expresar nuestras emociones?

Vivir pidiendo perdón es vivir negándonos el derecho de ser quienes somos. Es priorizar el ser de los demás en detrimento del propio; es rechazarnos sistemáticamente.

Y muchas veces es sólo una defensa para seguir haciendo lo mismo, una y otra vez.

¿Por qué pides perdón? ¿Por qué no aceptas quién eres? ¿Deberías ser lo que los demás dicen? ¿Para qué?

Las mujeres que cotidianamente piden perdón, lo hacen desde su desvalorización, desde sus creencias limitantes que le enseñan a que sus derechos no son importantes, y que entre elegir a otros o así misma es de buena educación, elegir al otro.

Sin embargo, esta postura sólo nos retrotrae y angustia; nos hace descender en la escala de logros personales, y nos convertimos en dependientes oficiales.

¿Para qué pedir perdón? ¿Para qué andar por la vida pidiendo ser excusadas? ¿Por qué creemos que lo que hacemos o somos requiere una excepción?

¿Qué logramos con todo esto? ¿Reconocimiento? ¿Que nos digan que somos buenas? ¿Qué nos aprueben? ¿Qué no dejen de querernos?

Sea por lo que sea que lo hagas, la única perjudicada eres tú; por eso cada vez que lo hagas, repite con amor “cancelado” y aprende a valorar el maravilloso ser que hay en ti.

Tú tienes luz, inmensa y brillante; sólo debes aprender a mirarla, y no a temerla.

2/06/2012

Esto es Esperanza

Esperanza es trabajar por la vida, es esperar un futuro mejor. Esperanza es luchar por un futuro digno y pleno, aún cuando lo que vemos alrededor son oscuros nubarrones. Esperanza es confiar en que, a fin de cuentas, siempre volverá a brillar la luz del sol. Esperanza es saber esperar, pero activamente y comprometido con los esfuerzos de aquellos y aquellas que luchan por un mundo diferente convencidos en que la luz de la justicia será una realidad. Así es que tener esperanza, es cosa seria. Quizás no debiéramos decir “tener” esperanza, para no creer que sea algo que se puede comprar, o acaparar, o poseer. Porque, más bien, la esperanza es la que nos posee a nosotros, es la que nos cautiva, nos mueve y nos permite creer y luchar por realidades hoy tan lejanas. Sin dudas, estar en la esperanza, sentir y vivir la esperanza, es vital para el hombre y la mujer.

El sabio popular entendió perfectamente el rol y la importancia de la esperanza en la vida humana y cómo la esperanza debe ir unida a los sueños y a la luz, como dice Sábato en “Informe sobre ciegos”. Con la sabiduría que nace de vivir y apreciar la vida y la historia en cada calle y en cada paso alguien escribió en una pared su saber: “Un hombre no envejece cuando se le arruga la piel sino cuando se arrugan sus sueños y sus esperanzas”.

Interesante constatación: si se arrugan los sueños y las esperanzas… se va la vida y se marchita todo. Sin esperanza, sin certezas sobre un mañana que traerá algo mejor, no es posible vivir, amar, comprometerse y trascender.

Me preguntaba mientras preparaba esta reflexión ¿Cuán fornida o cuán débil es la esperanza que nos habita y anima? Porque, a la verdad, esperanzas hay de distintos tipos, de diversos quilates, de diferentes colores y de múltiples resistencias y calidades. Hay esperanzas con minúsculas y con MAYÚSCULAS. Hay esperanzas duraderas y las hay efímeras. Hay esperanzas que duran lo que dura un cuento y otras que son eternas, están las que se frustran y también está La que no falla.

Hay muchas circunstancias que atentan contra la esperanza. La muerte, el dolor, las injusticias, la opresión, frustraciones, desengaños… muchas cosas pueden empujarnos a la desesperanza. Sin embargo, no podemos permitirnos ese lujo, no podemos perder la esperanza porque la esperanza nacida en nosotros es el motor de nuestra vida y la fortaleza para nuestras vidas.

Vemos el presente y sabemos que hay dificultades, pero podemos también afirmar que en nada se asemeja el dolor del presente, con la gloria del futuro. Lanzamos este grito de fe en un mundo en crisis, porque nos cautiva, nos habita y nos motiva el Espíritu que genera la esperanza.

“la esperanza es el sueño del hombre despierto.”, porque solo despiertos a la realidad podemos enfrentar el presente y el futuro con esperanza

2/05/2012

No es malo pedir disculpas

Vivimos acostumbrados a una “comodidad” moral que nos permite hacer lo que queramos y cuando se nos antoje, sin sentir remordimientos ni penas; es como si hubiésemos comprado un ticket de “no culpas” que nos exime de asumir la responsabilidad de nuestros actos sin que nos veamos muy afectados en el asunto.

Es increíble la capacidad que tenemos las personas de convertirnos en unas perfectos cínicos que, después de haber roto el jarrón, le echan la culpa al viento, a las circunstancias, a Juanito, a Pepito e incluso al mismo jarrón. ¡Qué falta de espíritu y vergüenza! ¡Qué falta de sinceridad y humildad! Da pena ajena saber que existen personas que intentan lavar sus malas acciones con el corazón de un ser que cree en las buenas intenciones de los demás.

¿Te parece sumamente bonito que seamos de ésa clase de personas que tras sus faltas arremeten contra quien fue vulnerado? ¿Te parece que ello sea justo o quizá digno de alguien que intenta superarse cada día? No podemos seguir en el juego del “contraataque”: te saco el ojo y te traiciono Florecita, tú te sientes herida y para rematar con broche de oro te echo mis responsabilidades a ti: “si te saqué el ojo era porque no sabía que eras tú, en todo caso, tú me provocaste”.

Agachar la cabeza no es un acto que esté contraindicado para la salud y tampoco es que usemos cuellos ortopédicos de forma permanente que nos lo impidan. Equivocarnos es normal, somos seres humanos que a costa de aciertos y errores van labrando su camino. Lo que sí es inadecuado, es que no demos espacio a nuestra alma para que se reivindique y limpie su sendero de todas las manchas negras que, desde nuestra insensatez le hemos formado a nuestro corazón. Porque hay algo claro y es que las heridas que causamos no solo dañan a las otras personas sino que, crean un capítulo oscuro en nuestras vidas que no queremos abrir, precisamente porque sabemos que hemos sido nosotros quienes han hecho daño y no queremos seguir viendo nuestras manos oscurecidas por el dolor que un día causamos. Pero no podemos volver el tiempo atrás para jamás haber lastimado… El tiempo no perdona, pero los corazones sinceros sí.

Es aquí donde podemos elegir entre dos opciones:

• Que nuestro corazón siga lleno de miedos y reticencias para así, cuando nos encontremos con aquella persona que lastimamos le escondamos la mirada y temamos que devele aquel pasado en el que no fuimos seres guiados por a luz o,

• Alzar la cabeza reconociendo nuestras faltas y pidiendo excusas por las mismas, de forma tal que no nos atemorice mirar atrás.

No sé ustedes… ¡pero yo elijo la segunda opción! ¿No se han puesto a pensar que mientras nos llenamos de disculpas para no afrontar las consecuencias de nuestros actos nos estamos perdiendo de aprender e incluso sonreír sin temores? ¿Acaso somos de la clase de personas que prefieren perder a un o una amiga antes de aceptar sus propios errores?

No está de más expresar nuestros sentimientos… Ello nos dará mayor alivio a nosotras que a los demás, porque piénsalo, habrás puesto un punto final a lo que guardabas como una gran culpa, cuando para los demás puede que sólo haya sido una desafortunada vacilación en tu caminar.

2/04/2012

No seamos ciegos.. Ante las injusticias

“La pobreza es la incapacidad de satisfacer las necesidades mínimas”.

A los pobres, se les margina, se les hace a un lado del camino, se les impide actuar y se les trata de mantener sumisos con una limosna. Hay todavía algunos que tratan de impedir y argumentar, que no hay que molestar. Hoy hay quienes tratan de tener sometido y quieto al pueblo, que se aturda con los ruidos, que se mantenga apático, que no vea… aunque se le tenga que saciar con limosnas y migajas. Hoy también debemos gritar: Que nos concedan la capacidad de ser sujetos activos y dinámicos de nuestro propio destino, que no quedemos tirados a la orilla del camino, que nos arriesguemos por los caminos de la luz y de la responsabilidad, que podamos sentarnos a la mesa a compartir los alimentos dignos ganados con nuestro propio sudor pero que no se nos manipule con limosnas que acallan las conciencias. Hoy también nosotros nos tenemos que arriesgar.


“Las formas elementales de la pobreza”.

La pobreza integrada, la pobreza marginal y la pobreza descalificadora. La pobreza integrada podría ser considerada como un problema social: los pobres son numerosos, aunque no constituyan una clase por sí mismos, y pueden verse como un conjunto de personas que sufren la pobreza de forma endémica, casi hereditaria. Es un estado que suele darse en países con una economía poco desarrollada o en fase de desarrollo. Las personas que pertenecen a esta categoría no están estigmatizadas a nivel social, y de hecho el debate se centra en cómo el desarrollo económico puede ayudarles y hacer desaparecer la escasez que sufren. Lo normal para subsistir en este tipo de pobreza es dedicarse a la economía informal y apoyarse en la solidaridad familiar, puesto que se cuenta con poca cobertura y ayudas.

La pobreza marginal convierte a los pobres en “fallos” del sistema.

Este tipo se da en economías desarrolladas, que casi alcanzan el pleno empleo, y donde las ayudas y los programas sociales son numerosos; precisamente por este motivo, las personas que quedan al margen, sea por circunstancias excepcionales o de forma habitual, son tratadas con recelo, transformándolas en una clase aparte, que se deja de lado para no cuestionar el buen funcionamiento del sistema. No cuentan con tanto apoyo familiar, puesto que se les considera inadaptados o fracasados, y por lo tanto las personas están bastante estigmatizadas.

Por último, la pobreza descalificadora aparece en situaciones derivadas de un fuerte aumento del paro, inestabilidad laboral y recesión. Las personas que sufren este tipo de pobreza son rechazadas y no tienen acceso a demasiadas ayudas sociales, puesto que su número tiende a ser alto y no se las considera productivas; esta situación provoca una expulsión del mercado de trabajo, fruto de una inseguridad social que se ha venido desarrollando en las economías liberales modernas. Es más amplia que la pobreza marginal y despierta un interés por la “cuestión social”: la forma de abordar una solución que pueda atenuar las difíciles circunstancias en las que se ven inmersas muchas personas de forma inopinada.

El miedo a la exclusión y el hecho de que es un tipo de pobreza que se ceba con determinados grupos (emigrantes, gente sin estudios, trabajadores del sector primario), hace que se la estigmatice y que existan sectores considerados como problemáticos. Además, la cantidad de personas afectadas convierte los programas de ayuda en procesos interminables, laboriosos y, con mucha frecuencia, poco útiles, por lo que la reinserción en el mundo laboral es casi imposible. Es obvio decir que este tipo de pobreza es el que presentan en la actualidad casi todos los países europeos. “La pobreza es la incapacidad de satisfacer las necesidades mínimas”.

2/02/2012

No dividamos, unamos

¿Quién no se ha encontrado en esa difícil situación de tener que elegir entre dos bandos? Sucede entre adolescentes que si le hablas a uno pierdes la amistad con el otro, o que si saludas al primero ya compraste una enemistad irreconciliable con el segundo. Pero esto es mucho más grave cuando a los sentimentalismos, se añaden fundamentalismos religiosos, políticos, ideológicos o de intereses. En todas partes se atraviesan graves dificultades y sin embargo, quienes pudieran hacer algo, se enfrascan en descalificaciones, en acusaciones y dudas a priori, que dificultan toda relación.

No es más importante la religión que la verdad, que la vida y que el amor. Cuando ponemos nuestro estandarte por encima de la verdad, cuando esgrimimos intereses de grupo por encima de la justicia, estamos traicionando a la verdad.

¿Verdad que sería muy distinto si todos nuestros partidos Políticos buscaran el bienestar del Pueblo? ¿Verdad que superaríamos las dificultades si todas las corrientes religiosas privilegiáramos la lucha por la vida y por la dignidad de la persona? Lo importante no es el sectarismo.

¿A quiénes hemos dejado a un lado tan sólo porque son distintos a nosotros? ¿Por qué miramos con desconfianza a aquellos que están haciendo bien las cosas sólo porque no son de nuestro grupo?

Quienes buscan la verdad y la justicia, están de nuestra parte. Más que dividir, busquemos unir esfuerzos. Más que imponer nuestras propuestas, abramos la mente y el corazón a la búsqueda de la verdad venga de quien venga. Una comunidad unida, aún con miembros diferentes, logra vencer muchos obstáculos. Entre todos podemos hacer un mundo mejor… debemos unir esfuerzos.

2/01/2012

Busquemos soluciones entre todos

Hagamos algo ¡YA!

 Que puede hacer un ciudadano común que trabaja desde que tuvo la edad necesaria para poder hacerlo, que estudió todo lo que pudo, o lo que pudieron dar sus padres, que se esforzó por tener una familia y darle a sus hijos educación, reglas, una moral para vivir en armonía, con el resto de la sociedad, que sigue pensando que si haces las cosas bien, todo va a ir bien, pero que tiene la cultura del trabajo grabada a fuego porque sus padres, así se lo enseñaron, en lo que sea, siempre dignamente, ese era el mayor orgullo trabajar y progresar.

Se podía hace unos años en España... se podía tener una casa porque se podía ahorrar, o sacar un préstamo para su vivienda... se podía ir a la sanidad pública y te atendían rápidamente, ahora las listas de esperas son alarmantes, la justicia funcionaba más o menos bien, aunque eso aun es una asignatura pendiente, porque “la Justicia que no es rápida no es Justicia” y los delincuentes estaban presos en las cárceles, pero.... que ha sucedido en estos años?

Se ha instalado el malestar en España, si, todo el mundo está mal, todo el mundo reclama, el obrero que no le alcanza, el patrón que no le llega para pagar a sus empleados y ganar como debe ser, el productor agropecuario que no puede aguantar más, y vemos con tristeza, que cada parte que reclama tiene razón. ¿Que se está haciendo para que todos y cada una de los sectores de la sociedad este mal?

Las escuelas en España, por su calidad de la enseñanza, fue un ejemplo en Europa, con educadores excelentes, con profesores orgullosos de serlo, con maestros dedicados a enseñar, con ganas y con respeto... ¿Qué pasó con el respeto en este país? Tener orden, respeto por los mayores, por los docentes, es ser gorila? Represor? o alguna cosa peor? no hay ningún País del mundo que funcione sin respeto a la ley, sin orden, sin justicia, sin planes.

Debemos unir esfuerzos desde la paz, desde el trabajo, desde la honestidad, desde la humildad, desde el desinterés personal, desde el esfuerzo común de Todos los que cada día nos levantamos a trabajar para tener un futuro mejor, un país mejor, sin importar religión, partidos políticos, ni color. Si estamos unidos en contra del pasotismo, en contra del despotismo, podremos llegar a SER de nuevo competitivos!!!!!!! Cómo? Ese es el punto, como podemos hacerlo?

Busquemos la manera, pensemos, pongamos nuestras mentes a funcionar para apoyar lo bueno, lo justo lo mejor para todos!!!!!! y apoyar a aquellas personas que nos puedan dar una salida decente en bien de todos, sí.... para todos y cada uno de los millones de desempleados que quieren trabajar, pagar sus impuestos para que todo funcione, salud , educación, y justicia, seguridad... Para esto tenemos que ayudar a los que nos quieren ayudar, a respaldar a quienes hoy se animan a hablar, iglesia, dirigentes honestos, Medios que tratan de reflejar la realidad, porque si no, esto se va a profundizar!!!

Cada uno desde nuestro lugar humilde, o importante que ocupemos en la sociedad, debemos encontrar la manera de ser escuchados, y tenidos en cuenta, siempre desde la paz, desde el diálogo pero firme, con decisión y con el deseo de llegar a tener algún día, posibilidades de trabajo para todos, con derechos para todos, de estudiar, trabajar y progresar, como corresponde a un país generoso como el nuestro. Pongámonos de pie para recuperar la tranquilidad perdida!!! Luchemos por el futuro de tantísimas personas que se encuentran desempleadas, y el de tantas familias que están verdaderamente angustiadas, estamos a tiempo!!!