8/12/2011

SIMPLEMENTE. UN BESO PARA TODO.....


Con besos saludamos a los familiares y amigos. Besos de encuentros y besos de despedidas. Besos y risas, besos y lágrimas. Besos apasionados y besos traicioneros. Besos de Pedro y besos de Judas. Recuerdo un funeral. Estaban enterrando a una abuelita y la nieta, entre sollozos, balbuceaba: ¿Quién me dará besitos ahora? Al beso le sobran todos los adjetivos.

Todos los besos son actos de trascendencia. Expresión de nuestra indigencia y de nuestra necesidad del OTRO. Yo confieso que echo de menos los besos de bienvenida y despedida de mis seres queridos, de los que ya no están y de los que estando no podemos besarnos. Besos y risas en el día de nuestros cumpleaños ¡cuánto los echo de menos! Aquí, en Zafra, hasta los buenos días andan escasos. Y es que somos pobres hasta en el saludo.

Cada vez más omitimos los besos. Fijaros si es importante el beso que el altar, donde se celebra la eucaristía, recibe el primer beso del celebrante. A la mesa del banquete con su mantel blanco, sus velas y sus flores le faltaría algo si no fuera saludada como cualquier otro huésped.

Cuanto más lo necesitamos todos nosotros, ese beso de fiesta en familia, amorosa y fraternal. Mientras más y mejor situados estamos menos necesitamos a los otros y al Otro. ¡Qué nostalgia de aquellos días de besos al acostarme y besos al levantarme !Cuantas personas no dan, ni reciben un beso, ¡Que digo un beso! Hay quienes no te dan ni la mano para no contagiarse con los virus ajenos.

Sólo las personas normales y sencillas dan besos. Los besos son la mejor terapia. Recientes estudios han demostrado la eficacia que tienen los besos para tranquilizar aparte de tener un alto poder curativo emocional y revitalizador. Nos sentimos "Incómodos con el cariño" "Perdemos en amor, en seguridad, en sentirnos queridos. Estamos más solos, pero ganamos en libertad", "Cada vez nos sentimos más incómodos con el cariño, somos menos cariñosos.

No es ni bueno ni malo, es diferente". Solo hay que ver la incomodidad que vivimos cuando entramos en un ascensor que va lleno, o en el Metro. Cada vez ponemos más límites. Y eso, creo, no es bueno". El hecho de compartir los sentimientos produce cambios espectaculares en la familia. Cuando los miembros de la familia lloran juntos, se abrazan y se besan, se sienten más unidos.

Estos beneficios se extienden a la relación que tiene cada uno de ellos con los miembros de sus respectivas familias, como consecuencia de la posibilidad de compartir sin máscaras alegrías y tristezas.

Un abrazo, un beso o una caricia pueden comunicar mucho más afecto que las palabras en momentos de gran emoción. A veces hay que alentar a las familias a que tengan un mayor contacto físico. A todos, simplemente, un beso.

8/09/2011

Practicar la generosidad ejercita al corazón


Hay quienes poseen poco y lo dan todo. Estos son los que creen en la vida y en su generosidad, y su cofre jamás se verá vacío. La generosidad caracteriza al corazón noble y compasivo. Más allá del acto caritativo, implica el desarrollo de una cierta sensibilidad, o compasión, que nos vuelve dispuestos a dar nuestra posesión más preciada, que somos nosotros mismos.

Es así como la generosidad comprende una serie de pasos que van desde abrirse hasta rendirse ante un proceso de vaciamiento. Así nos preparamos para recibir y valorar lo que la vida nos ofrece, y siempre estamos listos para dar lo que sea necesario. Cada día podemos ser generosos en acciones pequeñas. Su práctica va abriendo el corazón poco a poco, y descubrimos que nunca hay pérdida. En cambio nos fortalecemos y podemos superar el temor de ser vulnerables.



Practicar la generosidad ejercita al corazón: cuanto más se da, mas se fortalece. Cada uno tiene algo para dar. Dinero, talento, tiempo o una simple oración. La generosidad es una virtud que nos eleva y nos pone en sintonía con nuestra esencia divina. Esto nos permite situarnos en el lugar del otro y comprender, en un instante, el regalo indicado para la persona indicada en el momento preciso. El volverse generoso contribuye al natural fluir de los dones del universo a través de cada uno. La generosidad es un estado de la mente. Tu modo de ver el mundo es el mejor regalo que puedes disfrutar y compartir.

Antes de dar a otros, aprende a ser generoso contigo mismo. Así podrás liberarte de la idea de querer tener siempre más. Para ser generosos, es necesario estar dispuesto a desprenderte, sin esfuerzo ni vacilación, de cualquiera de tus posesiones. Pero primero debes suprimir el afán de posesión. Libérate del sentimiento arraigado de querer tener, de aferrarte a las cosas y adueñarte de ellas. Se abrirá un espacio en tu conciencia para ser generosos.

La generosidad implica dar con alegría algo de las propias pertenencias. Sin tener en cuenta su valor, se debe ser capaz de darlas de manera espontánea. Desarrolla la generosidad de abrirte a ti mismo. Explora tu interior y ponte en contacto con la energía de la compasión. Entrégate a ese sentimiento. Una forma más profunda de generosidad consiste en estar dispuesto a compartir la experiencia propia con otros.

Aprender y guardar los conocimientos es insuficiente. La mejor manera de aprovecharlos y ponerlos en práctica es compartiéndolos, sin pretender recompensa alguna. Ejercita tus talentos y dones compartiéndolos con otros, sin esperar nada a cambio. Es necesario dar si se quiere recibir. Así se produce un continuo proceso de transformación.

Antes de buscar el beneficio personal, pregunta cómo puedes servir. En lugar de querer poseer empezaras a compartir, guiado por el deseo de ayudar a satisfacer las necesidades de los otros. La ironía es que veras fluir la abundancia a tu vida. Cuando servir a otros se vuelve una prioridad, empieza a preguntarte cómo puedes servir como si se tratara de una forma de oración.


Cada día adopta una conducta generosa, sirviendo a los demás con pequeñas acciones y sin contárselo a nadie. Despréndete de todo lo que no uses y dáselo a alguien que lo necesite y use. Comparte lo que tienes con otros. Cuanto más sueltes, más libre y creativo te volverás. El acto de compartir tus posesiones expandirá tu conciencia.

Evita hacer públicas tus acciones generosas. Cuando prestas servicio a la humanidad, te pones en sintonía con tu esencia divina. Si quieres paz interior, debes practicarla primero. Enseña la paz y la conocerás. Practica transmitirla en la mayor cantidad de ámbitos. Para deshacerte de las penas, despréndete de tu propia auto-absorción y practica el perdón en lugar de la venganza. Una cierta paz te aliviara.

Cada día esfuérzate por mirar a los demás sin condena. Cada juicio te aleja del estado de paz, manteniéndote en estado de angustia y remordimiento.
Tendrás paz interior cuando seas un sanador en lugar de un juez. Hay un lugar dentro de ti donde la paz es perfecta y nada es imposible. Si dejas de concentrarte en ti mismo y en la clase de imagen que proyectas, podrás identificarte con lo que es eterno. Descubrirás que tu esencia es también infinita.

Dar con generosidad consiste en algo más que entregar unos cuantos regalos. Se trata de captar las necesidades y deseos de otros. Así aprendes a trascender tu ego. Conéctate con la energía del amor incondicional, que te hace captar intuitivamente las necesidades de otros. Con esta clase de amor en tu corazón, estas dispuesto a dar lo que sea necesario.

Debes distinguir entre dar y sacrificarse. El sacrificio solo se hace para lograr algo. Si das porque sientes que tienes que hacerlo, no estás auténticamente motivado por tu ser elevado.