1/04/2012

La pobreza crea nueva pobreza

La injusta situación de los pobres del mundo es un grito que nos llama primero a ponernos de su parte. Pero no podemos ponernos de su parte si no hacemos un esfuerzo. Debemos dejarnos llenar de esa actitud cristiana, no sólo de misericordia y compasión sino también de empatía con el pobre y atrevernos a mirar el mundo "desde el reverso de la historia", es decir, desde el que sufre, desde el que es víctima.
Los pobres no necesitan que nosotros les compadezcamos, lo que necesitan es que nosotros les ayudemos a transformar su inhumana e injusta realidad. El amor no termina en la compasión, sino que la compasión genera una vitalidad nueva que nos lleva a intentar transformar la realidad que trae tanto sufrimiento.
Una realidad de pobreza, que es tan general que, por desgracia, podemos decir: "en este mundo en que todo se globaliza, nada hay más globalizado y generalizado que la pobreza".
Esta realidad que hay que atajar y para atajarla existe un nombre: desarrollo. Sabemos ya que la pobreza es consecuencia de unas estructuras injustas. La consecuencia es doble: denunciar en alta voz esas estructuras e implicarnos con fuerza en transformarlas.
"El escándalo de las sociedades opulentas del mundo de hoy, en la que los ricos se hacen cada vez más ricos, porque la riqueza produce riqueza, y lo pobres son cada vez más pobres, porque la pobreza tiende a crear una nueva pobreza". Nuestro deber cristiano, en este proceso, es el compromiso serio que nos lleve a denunciar una y otra vez, que esta injusta situación tiene sus causas, que el bienestar del "Norte" ha sido muchas veces conseguido a causa de la explotación del "Sur", y que esto que aún se sigue manteniendo, no es humano y por lo tanto no es cristiano.
Ahora bien, las exigencias y los proyectos no están exentos de dificultades. Por parte del Norte en que no es fácil que accedan sin más a perder su "status", pero tampoco hay que desconocer los graves problemas que existen en el "Sur". No hay que desconocer que esas mismas estructuras y esos mismos pecados que rechazamos en el Norte: el afán de lucro, el lujo de unos pocos, la ganancia excesiva, el armamentismo, los malos manejos económicos, están también presentes en el Sur.
Y además hay que añadir otros presentes con más fuerza: la corrupción, la fuga de capitales por motivo de fraudes, las comisiones, los malos manejos económicos, la falta de una verdadera democracia. Mirar que los proyectos de desarrollo incidan con fuerza en la situación de las masas más desposeídas, que haya entre el "Norte" y el "Sur" una situación más igualitaria y que en el "Sur" los más pobres se conviertan en agentes de su propio desarrollo son algunos de los mayores retos que nos presenta este mundo neoliberal y globalizado donde el mercado y el lucro han puesto su culto y su templo.

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