3/20/2012

El pan nuestro de cada día, danoslo hoy

“Comparte tu pan con el hambriento, abre tu casa al pobre y sin techo, viste al desnudo y no des la espalda a tu hermano”.

Las obras nacen del amor y son signo del amor. Deben manifestar el amor y no ser ocasión de prestigio o de negocios. Ser luz es cuestión de amor y sólo en el amor se puede iluminar a los demás. No es el signo de superioridad y ni la señal de sabiduría que muchos quisieran adoptar, como si hicieran el favor de iluminar a los demás. No, la luz brota de dentro y va mucho más allá de la sabiduría humana.

“Cuando renuncies a oprimir a los demás y destierres de ti el gesto amenazador y la palabra ofensiva, cuando compartas tu pan con el hambriento y sacies la necesidad del humillado, brillará tu luz en las tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía”.

La luz está viva y comprometida con el sufrimiento de los hermanos, no es la luz artificial que se enciende para que los demás la vean. Es la luz que brota desde el interior, espontánea, como una fuente, porque está llena de amo. En estos momentos hay muchas dudas e inseguridades, suicidios y vidas absurdas, que no podremos disipar con ideas brillantes sino con compromisos serios a favor de los que han sido reducidos a la miseria y a la discriminación.

Hay quien ya no cree en nada y va cargando con fastidio su vida. El discípulo puede dar sentido, sabor y luz a todo el que se encuentra desencantado. Y esto empieza con los más cercanos, porque estamos dispuestos a ser luz de las naciones, luchando y manifestándonos por las guerras extranjeras, pero no somos capaces de exigirnos nuestro tiempo y nuestra aportación para los que están junto a nosotros y en nuestra casa.

Somos candil de la calle y oscuridad de la casa. Somos reflectores que deslumbran y corazones en tinieblas. ¡Así no somos verdaderos discípulos! Nos quejamos amargamente de la oscuridad que reina en nuestro ambiente pero no somos capaces ni de encender un cerillo para disipar las tinieblas. El compromiso es grande y tendremos que reflexionar seriamente cómo estamos siendo luz en nuestro mundo, como estamos dando sentido y sabor a nuestras vidas y a las vidas de los cercanos.

Hoy en día cuando vemos el mundo podemos observar que hay: mucha gente cansada, hambrienta, gente intentando llenar sus vidas (con drogas, alcohol, sexo, dinero, etc.).

Hay gente viviendo en la medianoche de sus vidas, gente viviendo en la oscuridad, gente cansada del viaje de la vida, gente desesperada y hambrienta que, más tarde o más temprano, van a venir a nosotros pidiéndonos pan. ¿Necesitamos pan? ¿Necesita pan algún amigo nuestro? ¿Conocemos a gente hambrienta?

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