2/10/2012

Tenemos necesidad de hablar

¿Has experimentado algún día esa sensación de llegar hasta los extremos y querer taparte los oídos para no escuchar más? ¿Te has sentido decepcionado y has prometido no volver a abrir la boca pues todo parece inútil? Es curioso que en la época de las grandes comunicaciones, de los medios extraordinarios para hablar, para escuchar y para ver al otro, tengamos que admitir que estamos quedándonos sordos y mudos. La soledad es una de las enfermedades más actuales. La incomunicación es uno de los problemas que más nos hacen sufrir. Estamos sordos, mudos y lo más triste es que no percibimos estos problemas. Entonces se agrava mucho más la enfermedad porque no aspiramos a tener curación.

Hoy tendríamos que tener como meta: que nuestros oídos se abran y sean capaces de escuchar el grito doloroso de nuestros hermanos, que podamos percibir los silencios resentidos de nuestros familiares, y las protestas angustiosas de nuestros cercanos. Hemos perdido la capacidad de escuchar lo que sale del corazón del otro. Preferimos estar atentos a las noticias intrascendentes, al estado del tiempo, a las novedades de la política o de los deportes… pero no tenemos tiempo de escucharnos en familia, de percibir los latidos del corazón dolorido, de que llegue hasta nosotros el clamor de los que viven en la miseria. También tenemos necesidad de hablar, no de superficialidades sino de lo que es verdaderamente importante.

Es urgente que alcemos nuestra voz por los que están sufriendo, es necesario que nuestras palabras abran un diálogo con los cercanos, con los tímidos, con los que se esconden… y nosotros necesitamos hablar, para romper hielos, para abrir caminos de reconciliación, para denunciar injusticias… Movamos nuestra lengua endurecida y encallecida por tantos silencios. Abramos nuestros oídos,  nuestra boca, y  nuestro corazón.

No hay comentarios: