2/18/2012

QUE ES, EN REALIDAD, SER LIBRES ?

Un hombre sin familia por la que trabajar, sin patria en la que hundir sus raíces, sin fe que le conforme, sin deberes que le obliguen, sin norma moral que le sujete, sin una verdad objetiva a la que atenerse, sin un amor al que entregarse, sin esperanza por la que luchar, un hombre así, tan suelto de todo, ¿sería un hombre libre? No. No lo sería. No sería ni siquiera un verdadero hombre. Sería apenas una especie de cosa sin ninguna humanidad y, desde luego, si hubiera algún hombre en tales condiciones, su vida sería un verdadero infierno, un vacío tan espantoso que sólo un estado de inconsciencia podría hacer apenas soportable.

Un hombre así sería lo más parecido a un animal, obligado por su misma vaciedad a asirse a las cosas más elementales para tener algún contacto con la realidad, evitando a todo trance adquirir conciencia de una vida sin contenido, sin finalidad y sin sentido. La libertad no se define por la ausencia de todo vínculo, de toda ligadura. No es simplemente una palabra. Es una realidad existente en un mundo de realidades, de otras realidades de las que no puede prescindir, ni independizarse, porque ellas también son, y ellas también cuentan.

La libertad del hombre tiene un origen que la configura, un objeto al que aplicarse, una finalidad que le da sentido. Prescindir de tales elementos equivale a negarla o a destruirla. Y ser libre no es tampoco ser todopoderoso, hacer todo lo que uno quiere. Uno no puede, aunque quiera, hacer cuanto le pueda apetecer, pero no por eso deja de ser un hombre libre. Siendo, como es, el hombre un ser limitado, ¿cómo podría ser ilimitada la libertad?

Por eso, toda limitación, cualquier limitación, no tiene por qué ser un insulto a la libertad. Por otra parte, libertad no equivale propiamente a independencia. El hombre es libre, pero no es independiente. Necesita de muchas cosas, de otras personas, para vivir, incluso para subsistir. Es un ser real hecho de una forma determinada, y no puede prescindir de ello a no ser que deje de ser hombre, y además hay otros hombres que también son libres y tienen derecho a que su libertad sea respetada.

La convivencia implica siempre renuncias. Lo malo de la palabra libertad es que es una palabra ambigua, al menos en cierto sentido. Si no hay una conformidad en el contenido y alcance del concepto, toda conversación queda en un diálogo entre sordos, y me temo que al hablar de libertad cada uno la entiende a su modo. Pero de todos estos modos, ¿cuál es el que de verdad responde a lo que auténticamente es la libertad?

Si ser libre no significa ser todopoderoso, ni tampoco independiente (en el sentido más radical), entonces ser libre es compatible con la limitación y la dependencia. Más aún: la limitación y la dependencia son connaturales al hombre por el mero hecho de serlo. No está el problema en darnos o rehusarnos, se trata tan sólo de saber a quién nos damos». Ahora bien: si todo hombre está vinculado a algo, o a alguien, la calidad de la libertad depende de la calidad del vínculo que, al atarle, da la referencia de la elección que el hombre hace. Y ello es así porque la libertad se ejercita en la elección entre dos o más posibilidades por una de las cuales debe decidirse la voluntad, pues no puede estar en suspenso indefinidamente.

Pero no es la voluntad, ni la libertad, la que conoce entre dos o más posibilidades, sino la razón. La razón es tan fundamental para que la libertad pueda darse que no hay libertad propiamente dicha sino en los seres racionales. No se dice que un irracional, una planta o una piedra, sean seres libres, aunque un perro pueda ir a una parte u otra, o una planta crezca libremente.

La elección supone ponderación, reflexión, consideración, valoración de las posibilidades entre las que elegir. Cuando no hay esto, cuando el pensamiento está ausente, entonces no hay libertad: se trata entonces de apetencia, capricho, instinto, arbitrariedad, impulso, algo que no es racional ni razonable, algo que no es del todo humano.

Hoy el hombre, y una parte de la juventud en concreto, han destruido las murallas que le defendían y aseguraban su integridad frente a las fuerzas destructoras. Ha destruido los «mitos», ha terminado con los «tabú». Y en realidad lo que ha destruido, lo que ha aniquilado, es la verdad en nombre de la libertad, y para ser «libre» la ha sustituido por ilusiones, sueños, optimistas visiones del porvenir, teorías tan brillantes como carentes de fundamento.

¿Con qué resultado? ¿Has dicho una mentira o has hecho algo que no debías? ¡Pienso que todos nosotros hemos hecho algo más un tiempo u otro! ¿Has dicho una mentira para cubrir algo mal que hiciste u otra mentira? ¿Y después, has tratado otra mentira sobre de la segunda? Si lo has hecho, sabes que tan atrapado te puede hacer sentir, como que no puedes ser libre de la mentira. ¿Has visto que cuando empiezas de decir una mentira, se hace más fácil contar otra mentira? La manera que puedes ser libre de la mentira es decir la verdad. Esto se oye fácil ahora, pero cuando estas atrapado en una mentira, decir la verdad se siente como la cosa más difícil de todo el mundo.

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