2/15/2012

Jovenes, no tengais miedo al mundo

La situación de los jóvenes preocupa, pues la esperanza que ponemos en ellos se ensombrece. Se les ve más como problema que como solución. No se sabe qué hacer con ellos. Hay desconcierto en las familias, en los barrios y en las escuelas. Se les teme, sobre todo cuando se organizan en grupos. Quieren hacerse notar, demostrar que son alguien, que son capaces, aunque para ello utilicen formas extravagantes, que nos chocan. Líderes políticos abordan el caso y ofrecen alternativas, pero no sabemos si es sólo propaganda con intereses electorales.

Los jóvenes son una fuerza muy importante, una gracia, una energía y una vitalidad, que, bien orientada, trae grandes beneficios a todos, a su familia, a la sociedad. Lo único que necesitan es ser comprendidos, escuchados, valorados y lanzados a servicios creativos, a iniciativas de solidaridad social. Cuando ellos se sienten útiles y aportan algo bueno a la comunidad, le encuentran sentido a su vida y dejan de ser una amenaza social.

Los jóvenes, deben estar cerca de los menos favorecidos, para poder compartir la vida con los demás, y no pasar de largo ante el sufrimiento humano, para que entreguen lo mejor de ellos mismos: la capacidad de amar y de compadecer. Sufrir con el otro, por los otros, sufrir por amor de la verdad y de la justicia; sufrir a causa del amor y con el fin de convertirse en una persona que ama realmente, son elementos fundamentales de la humanidad, cuya pérdida destruiría al hombre mismo.

Vuestra atención desinteresada a los enfermos y postergados, siempre será un testimonio humilde y callado del rostro compasivo. Que ninguna adversidad os paralice. No tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra debilidad. Ser compañeros de viaje y servidores de los hombres.

Joven: ¿Quieres que tu vida tenga sentido? ¿Quieres ser alguien que en verdad vale? ¿Deseas ya no sentirte infravalorado, menospreciado, rechazado y temido? ¿Has sentido algo así como asco o vergüenza de ti mismo, y hasta deseos de no vivir?

Sigue el camino del bien: Ama, sirve, ayuda, preocúpate por enfermos, ancianos, presos, emigrantes, y por quien sufre. Propón a tus amigos y compañeros iniciativas de solidaridad y servicio comunitario, campañas de limpieza ambiental y forestación, diversas formas de voluntariado. Observa en tu comunidad quiénes están más desprotegidos e inventa algo en su favor. Empieza por ayudar en los quehaceres diarios de tu hogar. Verás que no sólo te aprecian, que recibes cariño y reconocimiento, sino que le encuentras un nuevo sabor a tu existencia; te sientes feliz por hacer felices a otros, por hacerles sentir que no están solos. Tu vida tiene sentido y color. Eres alguien y vales mucho, a los ojos de los demás y de ti mismo. Inténtalo.

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