2/06/2012

Esto es Esperanza

Esperanza es trabajar por la vida, es esperar un futuro mejor. Esperanza es luchar por un futuro digno y pleno, aún cuando lo que vemos alrededor son oscuros nubarrones. Esperanza es confiar en que, a fin de cuentas, siempre volverá a brillar la luz del sol. Esperanza es saber esperar, pero activamente y comprometido con los esfuerzos de aquellos y aquellas que luchan por un mundo diferente convencidos en que la luz de la justicia será una realidad. Así es que tener esperanza, es cosa seria. Quizás no debiéramos decir “tener” esperanza, para no creer que sea algo que se puede comprar, o acaparar, o poseer. Porque, más bien, la esperanza es la que nos posee a nosotros, es la que nos cautiva, nos mueve y nos permite creer y luchar por realidades hoy tan lejanas. Sin dudas, estar en la esperanza, sentir y vivir la esperanza, es vital para el hombre y la mujer.

El sabio popular entendió perfectamente el rol y la importancia de la esperanza en la vida humana y cómo la esperanza debe ir unida a los sueños y a la luz, como dice Sábato en “Informe sobre ciegos”. Con la sabiduría que nace de vivir y apreciar la vida y la historia en cada calle y en cada paso alguien escribió en una pared su saber: “Un hombre no envejece cuando se le arruga la piel sino cuando se arrugan sus sueños y sus esperanzas”.

Interesante constatación: si se arrugan los sueños y las esperanzas… se va la vida y se marchita todo. Sin esperanza, sin certezas sobre un mañana que traerá algo mejor, no es posible vivir, amar, comprometerse y trascender.

Me preguntaba mientras preparaba esta reflexión ¿Cuán fornida o cuán débil es la esperanza que nos habita y anima? Porque, a la verdad, esperanzas hay de distintos tipos, de diversos quilates, de diferentes colores y de múltiples resistencias y calidades. Hay esperanzas con minúsculas y con MAYÚSCULAS. Hay esperanzas duraderas y las hay efímeras. Hay esperanzas que duran lo que dura un cuento y otras que son eternas, están las que se frustran y también está La que no falla.

Hay muchas circunstancias que atentan contra la esperanza. La muerte, el dolor, las injusticias, la opresión, frustraciones, desengaños… muchas cosas pueden empujarnos a la desesperanza. Sin embargo, no podemos permitirnos ese lujo, no podemos perder la esperanza porque la esperanza nacida en nosotros es el motor de nuestra vida y la fortaleza para nuestras vidas.

Vemos el presente y sabemos que hay dificultades, pero podemos también afirmar que en nada se asemeja el dolor del presente, con la gloria del futuro. Lanzamos este grito de fe en un mundo en crisis, porque nos cautiva, nos habita y nos motiva el Espíritu que genera la esperanza.

“la esperanza es el sueño del hombre despierto.”, porque solo despiertos a la realidad podemos enfrentar el presente y el futuro con esperanza

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