7/27/2011

El mal siempre lo siembra el enemigo

• Protejamos la familia. Eduquemos en valores familiares. Donde hay armonía familiar, trabajo compartido, educación en valores humanos, respeto mutuo, disciplina, y amor a los pobres, se construyen personalidades sólidas, estables, justas, fraternas, solidarias, respetuosas de los demás. Legisladores y gobernantes: Valoren la familia, como cimiento de la paz social. Promuevan leyes que protejan su solidez.

No es sólo familia el conjunto de personas cercanas de nuestra casa, de nuestra raza y de nuestro pueblo. Muchos de nosotros hemos tenido la fortuna de encontrar una persona con la que hemos trabado una amistad profunda, con quien hemos compartido ideales y dificultades, alguien con quien podemos sentirnos en comunión y a esta persona le decimos con frecuencia que ha llegado a ser un hermano para nosotros. No es ningún desprecio para la familia de sangre, al contrario, es la aceptación de que en la familia lo más importante no serán los vínculos legales sino la comunidad.

Quien tiene el corazón dispuesto puede recibir las nuevas enseñanzas y con esas enseñanzas se hace apto para recibir más. Lo tenemos muy claro cuando fallamos en algo: una mentira o una infidelidad, trae nuevas mentiras e injusticias queriendo ocultar nuestros fallos. Vamos cavando un pozo cada vez más profundo. En cambio cuando nos disponemos a escuchar con el corazón dispuesto, entenderemos cada vez más los valores de la vida.

• Mientras en Somalia, la muerte por hambre de millares y millares de niños y ancianos, es un hecho. En el Congreso de los Diputados de España se pelean por una “CORBATA”, más o menos. ¡ Y no se les cae la cara de vergüenza ¡. ¿Pueden sus "Señorías", entender que hay algo que pueda importarles y compensarles más que estos Seres Humanos, que no tienen nada que comer? Somalia se muere de hambre, ¡socorro!

El mal se siembra con muchísima frecuencia con apariencia de bien y esto no nos da derecho a dejar de cuestionarnos internamente hasta descubrir qué hay sembrado en nuestro corazón. No tenemos derecho a condenar, porque el Reino es diálogo, compartir, aceptar al que es diferente… pero sí debemos estar en un permanente estado de alerta para descubrir si nuestros anhelos de justicia no esconden revanchas y egoísmos, si nuestro celo por el bien no lleva disfrazada la discriminación… si no estamos actuando más como cizaña que como trigo… el Señor tiene paciencia, pero al final se descubrirá quién es verdaderamente trigo.

Muchos de nosotros hemos experimentado que en nuestros juicios nos equivocamos y que acusamos a personas de ser malas o tener mal corazón, cuando en realidad no conocemos su interior. De esto todos nosotros somos conscientes pues lo experimentamos dolorosamente en nuestra propia carne. El mal siempre lo siembra el enemigo y nosotros debemos estar muy atentos si hemos dejado enraizar la cizaña en nuestro corazón.

Noruega y Somalia, ¿dónde está la diferencia? Las situaciones de hambruna, en el mundo de hoy, no son la catástrofe natural, fruto de sequías u otras inclemencias meteorológicas, que nos quieren hacer creer. Las situaciones de hambruna son hoy, en buena medida, la consecuencia de un sistema económico determinado. Debemos empezar a pensar que cuando una persona muere de hambre muere, en realidad, asesinado.

¿Qué tendrá el corazón humano que se aferra a las cosas materiales? Dicen que el poder y el dinero sin que el hombre se dé cuenta, lo condicionan, lo manipulan y le dan la sensación de que es él quien manda. Son situaciones que también se dan en nuestras familias, en nuestras comunidades y en la misma Iglesia. Tendremos que estar muy atentos. Las familias sufren cuando no se da el primer lugar a las personas y sus miembros parecen pasar a segundo término importando más los negocios, el gusto o las decisiones egoístas.

Hoy, aunque se hacen esfuerzos por hacer la existencia de nuestros mayores más llevadera, es difícil la situación de los ancianos. Al cambiarse el modelo de familia, encontramos a muchísimos ancianos en situaciones graves de soledad, de abandono y de descuido. Las jubilaciones tienen un aspecto positivo de dar sustento a quien lo han ganado con el sudor de muchos años, pero también tornan a las personas de la tercera edad en individuos que ya no son “útiles” para la sociedad.

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