12/22/2011

No le des pescado; enséñale a pescar

No nos es extraño escuchar hablar de un pobre que pasa hambre. Nuestra sociedad se ha acostumbrado a oír hablar de pobreza, de gente que no tiene dónde dormir ni qué comer… Hemos escuchado ya tanto, que nada nos impacta. Sin embargo, conviene que nos pongamos en la piel de estas personas, que tienen un rostro, un nombre, que, al igual que nosotros, son hijos amados de Dios. “Bienaventurados los pobres…” ¿no te has preguntado nunca por qué? ¿Qué tiene la pobreza que hasta el mismo Dios eligió nacer pobre? Aquellos que no poseen nada, tienen el corazón libre.
A lo largo de la historia ha habido mujeres y hombres que se han sentido atraídos a vivir desde la pobreza y con los pobres. Acabar con el hambre supone, como condición previa, que se produzcan suficientes alimentos y que éstos estén disponibles para todos. Sin embargo, cultivar alimentos en cantidades adecuadas no asegura la erradicación del hambre. Es preciso garantizar el acceso de toda la población, en todo momento, a alimentos nutritivos e inocuos, en cantidad suficiente para llevar una vida activa y sana.
Se necesitan mayores esfuerzos en todo el mundo para garantizar la seguridad alimentaria y así erradicar el hambre y la malnutrición, junto con sus terribles consecuencias, entre las generaciones actuales y futuras. La contribución de cada uno de nosotros es absolutamente necesaria para garantizar el derecho fundamental de todos los seres humanos a vivir en un mundo libre del hambre. Ninguna persona que no haya sufrido hambre en su vida, puede tener una idea aproximada.
El hambre no se puede intelectualizar: hay que vivirlo, solo así se puede tener una idea de lo que significa. El hambre transforma al ser humano en un animal y, como animal, matará para alimentarse. Así de simple y así de terrible. El hambre es uno de los grandes males de este mundo, pero es una deuda que tiene que ver con el hombre para con su especie: el alimento existe, pero está mal repartido! El que no sufrió el hambre, jamás podrá entenderlo y es por eso que se ha acuñado una frase, bastante hipócrita, que dice “no le des pescado; enséñale a pescar”.
Queda bien repetirla, es un juego de palabras al que se le puede adjudicar algo de ingenio, pero le falta algo que tiene que ver con la ignorancia del que no vivió el hambre: Nadie puede aprender con el estómago vacío, por lo que la frase se debería completar con: ......serena su mente con alimento y después, enséñale a pescar”.
Los alimentos existen pero mal repartidos, como todo en este mundo, los alimentos tienen dueño. Pero ocurre que la mayoría de esos dueños, no están dispuestos a compartirlos, a pesar de que, si bien la generación de alimentos requiere esfuerzos financieros y de trabajo.
El problema está planteado y es de esperar que los políticos del mundo, sean capaces de asumir este desafío en la escala y dimensión que corresponde. Para llevar una vida sana y activa necesitamos disponer de alimentos en cantidad, calidad y variedad adecuadas para satisfacer nuestras necesidades de energía y nutrientes. Sin una nutrición adecuada, los niños no pueden desarrollar su máximo potencial y los adultos tienen dificultad en mantenerlo o acrecentarlo.

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