12/04/2011

El hambre y el dolor van de la mano


No es difícil encontrar graves situaciones de angustias, desconsuelos y pobrezas en cualquier parte del mundo. El dolor se une al hambre, y las injusticias y los engaños van de la mano con la escasez. Nunca olvidemos que: Dios camina con el emigrante que, acorralado por las necesidades, se aventura en busca de mejores condiciones de vida; que Dios se hace presencia en todas esas situaciones absurdas de desprecio a la dignidad de la persona, y comparte con los pequeños su dolor. Y entonces el dolor, el hambre y la injusticia tienen otro sentido, porque están en manos del Señor que no quiere que nadie perezca sino que todos se salven. No, no es conformismo ni postergar soluciones amparándonos en un providencialismo para excusarnos de nuestros compromisos. Todo lo contrario, es asumir estas situaciones como no queridas por Dios, pero que claman respuestas y compromisos serios.
Debemos tener esperanza y compromiso. La base serán no las comodidades y las indiferencias, no será la apatía frente al hermano desamparado, ni el cerrar las cortinas para no contemplar las desgracias; se sustenta en la construcción de un espacio donde habite la justicia. No habrá verdadera felicidad mientras nuestros consuelos pasen por las injusticias; no encontraremos la fraternidad mientras reine la mentira; y no tendremos paz en el corazón mientras lo llenemos de egoísmo.

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