6/19/2011

Compromiso con la sociedad

Nuestra cultura económica tiende a incapacitarnos para pensar... Es éste un problema particularmente grave de nuestro tiempo. El afán de encontrar la seguridad en la posesión de bienes es un pozo sin fondo, que deja al hombre siempre insatisfecho. No se sacia. Pretende poseerlo todo y poseerlo siempre. ¡Un imposible!La codicia es opuesta al amor del prójimo y, sobre todo, de los pobres,a los que la ley debe proteger

Al mismo tiempo se dan también en el preadolescente el deseo de la alegría compartida con los amigos, el gozo de ser útil a los otros, la satisfacción de ver un trabajo terminado o una dificultad vencida. Siente muchas veces el atractivo de un ideal de servicio a los demás, de cooperación, de sacrificio por el bien del prójimo. Ni poseer bienes materiales, ni conquistar placeres satisface plenamente al hombre

A veces encontramos en el preadolescente un deseo de bienestar, de comodidades y satisfacciones materiales.Muchos, por el influjo del ambiente en que viven, desean tener siempre a su disposición cantidades importantes de dinero, como signo de independencia;gastan fácilmente sin valorar el trabajo de sus padres, o sin acordarse de lo que supone para muchos hombres ganar con su trabajo el sustento suyo y de su familia

No nos quedemos pegados en el barro de la tierra. Tenemos alas en el alma. Pongamos nuestros mejores esfuerzos en sacar adelante todo lo que podamos aquí en la tierra, pero no pensemos que esto es definitivo. Si nos quedamos sin vida por acumular en la tierra, nos quedaremos sin nada. Si la vida se limita a buscar los bienes materiales, sin dudas olvidaremos la gratuidad, el amor y endiosaremos lo cotidiano

Para respetar los derechos de las personas sobre los bienes materiales se ha de tener en cuenta que entre los distintos elementos de la actividad económica el más importante de todos es el trabajo. El trabajo humano es una expresión de la persona humana y tiene por ello un valor singular.Y es deber de la sociedad, por su parte, ayudar a los ciudadanos para que puedan encontrar la oportunidad de un trabajo suficiente

Todos los hombres tienen derecho a acceder a la propiedad y a otras formas de dominio privado de los bienes; y la sociedad tiene el deber de favorecer las circunstancias y fomentar los medios para que este derecho se convierta en realidad. Cuando la Iglesia defiende este derecho de propiedad privada piensa, sobre todo, en el derecho de aquellos que no poseen. Es por ello muy importante fomentar el acceso de todos

Se ha de ayudar a los pobres, tanto a los individuos como a los pueblos pobres, de modo que ellos lleguen a ser capaces de ayudarse a sí mismos y de lograr por su propia actividad responsable el desarrollo económico y social. Una de las formas de contribuir hoy a la más justa distribución de los bienes y servicios es procurando que se promulguen leyes fiscales justas y pagando los impuestos.

Tenemos el vicio de acostumbrarnos a todo. Ya no nos indignan las chabolas, ni la esclavitud, no es noticia el racismo, ni los millones de muertos de hambre cada año. Nos acostumbramos, limamos la arista de la realidad, para que no nos hiera y la tragamos tranquilamente.Nos desintegramos. No sólo es el tiempo el que se nos va, es la misma realidad de las cosas la que cae. Lo más explosivo se hace rutina y conformismo

Vivimos en una sociedad materialista donde se adora el dinero, el consumo, la riqueza. Aunque no tengamos mucho, aspiramos a ello y puede que tengamos un corazón de ricos. El dinero es necesario para vivir. El problema está en el lugar que ocupa en nuestra vida. No podemos ser ingenuos. El dinero se convierte en nuestro dueño y señor, nos envuelve con frecuencia en todo tipo de mentiras, trampas, injusticias.

Ciertamente, se intensifica poco a poco la crítica del sistema capitalista, se relativiza el valor de la propiedad privada, se acentúa la prioridad de los derechos de los trabajadores. Sin embargo, la doctrina social de la Iglesia es irreal frente al mundo capitalista. El mensaje social del Evangelio toma posición en favor de los pobres, pero las grandes Iglesias cristianas son incapaces de asumirlo vitalmente

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